El recuento que mantiene The Washington Post de las declaraciones falsas o engañosas realizadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha actualizado y eleva estas a más de 3.000. La media, que era de unas cinco al día, ha subido en los últimos dos meses a casi nueve. Pero las mentiras, la desinformación o las exageraciones de Trump no comenzaron con su llegada al Despacho Oval. Según ha denunciado Harold Bornstein, durante 36 años su médico personal, Trump le dictó una polémica carta sobre su salud publicada en campaña, en diciembre del 2015.

Bornstein aseguraba que la presión arterial y los resultados de analisis del entonces candidato, que en ese momento tenía 69 años, eran «asombrosamente excelentes». El texto decía también que su «fortaleza física y aguante son extraordinarios». Y concluía: «Si es elegido puedo asegurar sin equivocación que el señor Trump será el individuo más sano elegido nunca para la presidencia».

Bornstein, que el 13 de septiembre del 2016 publicó un documento de una página con algunos detalles médicos más y otra conclusión de que Trump estaba en «excelente salud física», anteriormente había dicho que fue él quien preparó la carta del 2015 «en cinco minutos», pero este martes le declaró a CNN que Trump «dictó la carta. Yo le decía lo que no podía poner. Vinieron a recogerla», explicó el médico.

El medicamento del cabello / Sus declaraciones llegaron un día después de haber denunciado también que tres personas del equipo de Trump asaltaron su consulta en Park Avenue en febrero del 2017 y se llevaron documentos relacionados con el presidente, tanto partes escritos a mano como resultados de pruebas de laboratorio. Ese «asalto» se produjo dos días después de que le contara a The New York Times que Trump tomaba Propecia, un medicamento relacionado con la próstata que también se usa para el crecimiento del cabello.

Son muchos quienen toman las declaraciones de Bornstein con escepticismo. Es un personaje excéntrico, que ha enfrentado tres denuncias por negligencia (solventadas con acuerdos antes de juicio) y no ocultó sus ambiciones, frustradas, de llegar a ser el médico personal de Trump en la Casa Blanca. También se quejó de los malos asientos asignados en la toma de posesión del presidente. Lo que ha denunciado, no obstante, cuadra con patrones de comportamiento de Trump, que en campaña hizo de la salud de Hillary Clinton un tema de crítica y ataque y al que puede que las informaciones sobre la medicina de efecto crecepelo molestaran por el impacto en su imagen.

La irrupción en la consulta de Bornstein ha sido defendida por la Casa Blanca. El martes la portavoz, Sarah Huckabee Sanders, aseguró que «como es procedimiento operativo estándar para un nuevo presidente, la Unidad Médica de la Casa Blanca tomó posesión de los informes médicos del presidente».

Algunos destacan, no obstante, que no fue la unidad médica sino personas cercanas a Trump quienes realizaron la operación. En concreto, a la consulta entraron, según Bornstein, Keith Schiller, durante años guardaespaldas de Trump y entre enero y septiembre del 2017 director de Operaciones del Despacho Oval; Alan Garten, abogado de la Organización Trump, y un tercer hombre al que el médico no reconoció. Quizá por eso Sanders matizó sus palabras y habló de «transferencia de los informes médicos a la Unidad Médica de la Casa Blanca», intentando clarificar que no fue la propia unidad quien realizó la operación.