C uando el Comité de Educación y Trabajo del Congreso de Estados Unidos celebre este jueves una vista para «examinar cómo superar obstáculos para reabir con seguridad las escuelas públicas», no podrán escuchar a ningún experto de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC). La Casa Blanca de Donald Trump, que ha hecho de esa reapertura un eje central de su agenda y desde donde la portavoz Kayleigh McEnany ha dicho que «la ciencia no debe interponerse en esto», ha vetado cualquier comparecencia de representantes de la agencia federal al frente de la lucha contra la pandemia en el país.

Los tres episodios son las últimas pruebas de los esfuerzos de la Casa Blanca por esconder o maquillar una verdad imposible de ocultar: el coronavirus doblega a Estados Unidos, donde son ya más de 140.000 los fallecidos y 3,7 millones los casos detectados. Y la narrativa oficial de Trump es la que reiteraba falsedades en una entrevista con FoxNews grabada el viernes y emitida el domingo, en la que insistía en que el aumento de casos se debe a que tienen «los mejores tests del mundo» y negaba los datos sobre elevada mortalidad, y la que probablemente volverá a repetir en próximas ruedas de prensa sobre coronavirus

El país sufre los efectos de las reaperturas que hicieron muchos estados de forma prematura. Mientras la costa este y particularmente Nueva York, epicentro inicial de la pandemia, parecen tenerla bajo control, se ha desatado sobre todo en el sur y en el oeste, donde viven 200 de los 330 millones de habitantes. Y ahora es a Texas, por ejemplo, adonde se envían camiones refrigerados para aliviar morgues saturadas; a Florida donde llegan enfermeras de otros estados y donde alcaldes imponen toques de queda, y en California donde vuelven a imponerse condiciones para hacer pruebas o se envían pacientes a hospitales a 1.000 kilómetros de distancia.

Pese a las cifras, Trump quiere eliminar de la propuesta de su partido un montante de 25.000 millones de dólares destinados a ciudades y estados para realizar pruebas y rastreo, otros 10.000 millones para los CDC y 15.000 millones más para los Institutos Nacionales de Salud. H