El presidente de EEUU, Donald Trump, ha pedido a sus asesores en la Casa Blanca que averigüen si es posible comprar Groenlandia a Dinamarca, según informaron ayer varios medios estadounidenses. No está claro cuál es la razón por la que el mandatario querría adquirir este territorio, aunque algunos especulan que se debe a sus recursos naturales y a su importancia geoestratégica.

Groenlandia es una isla ubicada en América del Norte, al noreste de Canadá, y cubierta por hielo en un 75% de su superficie. Sus 2,1 millones de kilómetros cuadrados la hacen la mayor isla del mundo, aunque habitada por tan solo unas 56.000 personas, la mayoría de etnia inuit.

Políticamente, pertenece a Dinamarca, aunque se trata de un territorio autónomo que desde el 2009 maneja todas las competencias, excepto las referentes a política exterior, defensa y política monetaria.

Trump visitará Dinamarca en septiembre y uno de los asuntos que figuran en su agenda es precisamente este territorio, con cuyo presidente autonómico tiene previsto reunirse, además de con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen.

Estados Unidos ocupó en 1941 Groenlandia para evitar una posible invasión nazi de la isla después de que los alemanes ocupasen Dinamarca, situación que se prolongó hasta el fin de la guerra en 1945.

Trump no es el primer presidente estadounidense que pretende llevar a cabo esta compra. Harry Truman (1945-1953) ofreció 100 millones de dólares a Dinamarca por la isla tras la segunda guerra mundial.

El interés del presidente ha sido recibido con sorna por políticos daneses. Groenlandia «no es una mercancía que se pueda vender», señaló Aaja Chemnitz Larsen, una de las dos diputadas groenlandesas en el Parlamento danés. «Debe de ser una broma», aseguró por su lado en Twitter el exprimer ministro danés y actual líder de la oposición, el liberal Lars Løkke Rasmussen.

«Si es cierto que está pensando en eso, es una muestra definitiva de que se ha vuelto loco. La idea de que Dinamarca venda 50.000 ciudadanos a Estados Unidos es una completa locura», remató Søren Espersen, del Partido Popular Danés, tercera fuerza parlamentaria.

De «mala broma» tacharon los supuestos planes de Trump dos figuras de las fuerzas políticas que apoyan al Gobierno danés: la líder socialista, Pia Olsen Dyhr, y el portavoz de Exteriores del Partido Social Liberal, Martin Lidegaard. Lidegaard dijo que en caso de que fuera un plan serio, sería «terrible» para los groenlandeses, que perderían su autonomía -que incluye desde 2009 el derecho de autodeterminación- y asistirían a una posible militarización de la isla.

La líder rojiverde Pernille Skipper resaltó que «no estamos en el siglo XIX» y que no se puede comprar «todo un país y todo un pueblo». Otros políticos daneses cuestionan en cambio directamente la salud mental de Trump.