Faltaban minutos para el almuerzo cuando la berlina de Donald Trump abandonó el Hotel Metropole de Hanói. No habría declaración conjunta, ni acuerdo. No habría levantamiento de sanciones, ni cierre de instalaciones nucleares, ni final de la guerra de Corea, ni oficinas de representación recíprocas. La cumbre Trump-Kim Jong-un acabó en nada y solo cabe felicitarse de que ambos mantienen su afinidad y han prometido perseverar en el proceso.

La negociación se atascó sin remedio en las sanciones que ahogan la economía norcoreana, desveló Trump en rueda de prensa. «Básicamente ha sido por las sanciones. Ellos querían que las levantáramos por completo», dijo. Pionyang ofreció el sacrificio de Yongbyon, las icónicas instalaciones de donde salió el plutonio y uranio para los seis ensayos nucleares practicados desde el 2006. Pero rechazaron cerrar un segundo laboratorio que Washington ha identificado. «Están dispuestos a desnuclearizar una gran porción de áreas que nosotros les habíamos solicitado, pero no podemos levantar todas las sanciones en esas condiciones. Aún existe una brecha. A veces, sencillamente, tienes que marcharte».

ABRUPTO // El desenlace sorprende incluso estando de por medio Trump. El final abrupto se habría entendido en la anterior cumbre de Singapur. Trump aseguraba que le bastaría un cruce de miradas para comprobar la sinceridad de Kim y se levantaría de la mesa si no le complacía. La química personal, reiteraba. Pero a Hanói llegaban con la química acreditada y fervorosas declaraciones de amor. También llegaban tras febriles rondas preparatorias con Mike Pompeo, secretario de Estado, y Ri Yong-ho, ministro de Exteriores norcoreano.

Dialogaron durante meses, lo que debería haber servido para conocer qué exigiría EEUU a cambio del levantamiento de sanciones. Los expertos debatían si el acuerdo sería de máximos o mínimos, pero nunca fue posible y es difícil disimular el bochorno con el argumento de que es preferible a un mal acuerdo.

Trump y Pompeo sudaron ante los periodistas para maquillar el fracaso y descartaron que vuelva el cuadro de desmanes nucleares y amenazas de destrucción masiva. No es un punto final sino un paréntesis en el camino, repitieron. «Han sido dos días muy productivos e interesantes», reveló Trump. «Estamos mucho más cerca ahora de alcanzar un acuerdo que hace 36 horas y mucho más que el año pasado», dijo Pompeo. «Es obvio que es un fracaso, ni siquiera ha habido una declaración conjunta», señaló Koh Yu Hwan, profesor de la Universidad Dongguk. «Ha habido un diálogo previo intenso y yo esperaba que acordaran el levantamiento parcial de las sanciones».

Trump repitió ayer que el tiempo juega a su favor aludiendo a la urgencia norcoreana por lograr el final de las sanciones, pero al argumento le sobra optimismo. «Es cierto que Corea del Norte no lanzará misiles ni practicará más ensayos nucleares, pero aún tiene sus instalaciones funcionando y fabricando más bombas. No es cierto que EEUU tenga el tiempo a favor», añade Koh Yu Hwan.

El escenario permite muchas conjeturas. ¿Perderá Trump el interés en el asunto tras comprobar que carece del éxito fácil que esperaba? ¿Virará Pionyang hacia China? El viaje de regreso en tren de Kim incluye una parada en Pekín para informar de la cumbre. El fracaso también hunde los planes del admirable presidente surcoreano, Moon Jae-in, que ha convertido la paz en la península en su objetivo vital.