En el programa satírico ‘Saturday Night Live’, el personaje deAngela Merkel habla de Barack Obama como una adolescente enamorada. “Vino a Alemania en su última visita como presidente y yo le robé uno de sus guantes para que tuviera que volver”, decía en un 'sketch' de diciembre. La hipérbole es siempre parte de la sátira, pero el ejemplo sirve para ilustrar la privilegiada relación que mantuvieron los dos líderes más poderosos del mundo occidental. Esa química ha desaparecido desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Tras lanzarse durante meses dardos envenenados a través de los medios, ambos mandatarios han dejado patente en su primera reunión en Washington sus diferencias políticas y la frialdad que impera en su relación personal, vital para el futuro trasatlántico

Poco después del comienzo de la visita se produjo un momento bastante revelador. Después de que Trump recibiera a Merkel con un apretón de manos a las puertas de la Casa Blanca, los fotógrafos les pidieron que repitieran el gesto en el Despacho Oval. La canciller se inclina entonces para preguntarle: “¿Quieres que nos demos la mano?”. El presidente aparentemente la ignora y Merkel reacciona con cara de circunstancias. Ese fue el primer salvo frente a las cámaras de lo que vino después en la rueda de prensa conjunta, en la que Trump mantuvo siempre el gesto adusto y se reafirmó en sus posiciones respecto a la inmigración, el terrorismo o el comercio, repitiendo hasta la saciedad que Estados Unidos ha sido tratado muy injustamente en materia comercial.

El intercambio más extraño se produjo cuando un periodista alemán le preguntó al estadounidense si cree haberse equivocado al afirmar que Obama pinchó sus teléfonos de la Trump Tower para espiar sus conversaciones, una acusación que ha negado el Comité de Inteligencia del Senado. El presidente señaló entonces con la mano a Merkel y sin mirarla, dijo: “Puede que al menos tengamos algo en común". Con la broma, Trump se refería al espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional, que durante el mandato de Obama accedió a teléfonos de la cancillera, tal y como pusieron de manifiesto las revelaciones de Edward Snowden.