Acabemos con él, cojones! Vayamos hasta dentro. Matemos a un puto montón de ellos. Esas son las palabras que Donald Trump habría pronunciado ante sus asesores después de que el régimen sirio de Bashar Al Asad lanzara un ataque químico contra la población civil en abril del 2017, según publica Bob Woodward en Fear (Miedo), un libro que examina los entresijos de su gestión en la Casa Blanda. De acuerdo con el veterano periodista del Washington Post, quien destapara junto a Carl Bernstein el escándalo que acabó con la presidencia de Richard Nixon, Trump dio instrucciones a su secretario de Defensa para matar al dictador sirio. Pero las órdenes no fueron a ningún sitio. En una dinámica repetida por otros de sus lugartenientes, James Mattis se las ingenió para que el presidente acabase aceptando una respuesta mucho más comedida.

El relato de Woodward contiene varias escenas que describen a los altos cargos de la Administración como una suerte de cuerpo de bomberos que conspira en secreto para frenar los impulsos más incendiarios del presidente. Por ejemplo, sostiene que su exasesor económico, Gary Cohn --salido de Wall Street y alineando con las posiciones tradicionales de los republicanos a favor comercio multilateral-- llegó a robar una carta del escritorio de Trump que el neoyorkino pretendía firmar para cancelar el acuerdo de libre comercio con Corea del Sur. En otra ocasión el magnate pidió a sus asesores que prepararan un documento para romper el NAFTA, el acuerdo comercial con Canadá y México, pero nuevamente Cohn se interpuso para sabotear la decisión. Puedo evitarlo. Solo tengo que quitar la carta de su mesa, habría dicho Cohn.

El libro de Woordward no se publicará hasta la semana que viene, pero no ha tardado en activar las alarmas en la Casa Blanca, que ha reaccionado negando la veracidad de los episodios relatados en el manuscrito. No son más que historias fabricadas, muchas surgidas de antiguos empleados resentidos y contadas para dar una mala imagen del presidente, ha dicho su portavoz en un comunicado. A los desmentidos se han sumado Mattis y el jefe de gabinete, John Kelly, a los que Woodward atribuye varios comentarios denigrantes hacia el presidente. Trump ha utilizado sus comunicados para descreditar el trabajo del periodista, basado en documentos, diarios y cientos de horas de entrevistas con el entorno de magnate. Sus citas son un fraude inventado, una estafa al público. Lo mismo que otras historias y citas. Acaso es Woodward un operativo demócrata?, ha escrito en Twitter.

Lo cierto es que los extractos adelantados van en la misma línea de lo publicado por los reporteros que cubren diariamente la Casa Blanca. Por no hablar de otros libros como el Fuego y furia de Michael Wolff. Woodward describe a Trump como un dirigente inestable e irascible, que desprecia los protocolos propios del cargo y está siempre con el gatillo listo para humillar a sus lugartenientes. Generalmente por la espalda. De su primer jefe de gabinete, Reince Priebus, habría dicho que era como una rata. De su exasesor de seguridad nacional, el general H. R. McMaster, que viste con trajes baratos como un vendedor de cerveza. De su fiscal general, Jeff Sessions: Este tío es un retrasado mental. Es un sureño bobo. No sirve ni para abogado en Alabama.

El baile de insultos en la Casa Blanca es aparentemente una autopista de doble sentido. No solo es Trump el que atiza a los suyos por la espalda. Es un idiota. No tiene sentido convencerle de nada. Está desatado. Estamos en un país de locos. Ni siquiera sé qué hacemos todos nosotros aquí. Este es el peor trabajo que he tenido nunca, habría dicho Kelly, el jefe de gabinete. También Mattis le dedicó palabras parecidas. Woodward cuenta que el jefe del Pentágono se quedó estupefacto cuando el presidente cuestionó la presencia militar estadounidense en Corea del Sur sugiriendo que no era más que un derroche de dinero. Mattis le explicó que el despliegue servía para prevenir la Tercera Guerra Mundial y, tras abandonar la reunión con el jefe, les dijo a sus acompañantes que Trump tiene el nivel de comprensión de un estudiante de quinto o sexto grado.