En la última cumbre del G-7, marcada por los tambores de una guerra comercial que Donald Trump hizo redoblar con sus aranceles, el presidente de Estados Unidos solo encontró un líder dispuesto a respaldar su polémica propuesta de readmitir en el grupo a Rusia, expulsada por la intervención en Ucrania y la anexión de Crimea: el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. La alianza ha seguido reforzándose desde entonces y este lunes, cuando los dos se reúnen en la Casa Blanca, se ha demostrado en las palabras de Trump aplaudiendo el “fantástico trabajo” de Conte y, especialmente, la línea dura de Italia con la inmigración.

“Estoy muy de acuerdo con lo que está haciendo respecto a inmigración ilegal e incluso inmigración legal”, ha dicho Trump en el Despacho Oval en unas breves declaraciones a los periodistas junto a Conte, con el que va a ofrecer una rueda de prensa. “Italia ha tomado una postura muy firme en la frontera, una postura que pocos otros países han tomado y, francamente, en mi opinion está haciendo lo correcto. Muchos otros países europeos deberían estar haciéndolo también”, ha proseguido Trump, que ha defendido que “a algunos que tomaron esa postura hace tiempo les está yendo mucho mejor”.

Uso interesado

Trump es dado a valorar cuestiones de inmigración en Europa usándolas como argumentos para defender sus propias políticas en EEUU. Aplaude líneas duras como la de Italia o acciones abiertamente xenófobas como las aprobadas en Hungría bajo la presidencia de Viktor Orban y vincula con datos falsos la inmigración con la delincuencia. Es algo que hizo, por ejemplo, el mes pasado para criticar a Alemania y a la cancillera alemana, Angela Merkel, esgrimiendo la falsa estadística de un aumento de la criminalidad del 10%. “Un gran error por parte de toda Europa el aceptar a millones de personas que radical y violentamente han cambiado su cultura”, escribió entonces.

En los últimos días, con la crisis aún irresuelta de la separación de familias inmigrantes que provocó con su política de "tolerancia cero", el presidente ha renovado sus llamadas a endurecer las propias leyes de inmigración en Estados Unidos. El fin de semana, en un tuit, amenazó con provocar un cierre del gobierno si los demócratas no respaldan en el Congreso la financiación de la construcción del muro con México, una de sus promesas centrales en campaña.

Este lunes ha usado también la red social para reclamar “más seguridad fronteriza”, el fin de programas de reunificación familiar o las protecciones que ofrecen las llamadas "ciudades santuario", el establecimiento de un sistema de inmigración por méritos y también la construcción “mucho más rápida” del muro.