El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó ayer la retirada de todas las tropas estadounidenses desplegadas en el norte de Siria, las que aún quedaban en la zona, un contingente de cerca de 1.000 militares. Así lo confirmó ayer el secretario de Defensa, Mark Esper, que hace dos días, ante el torrente de críticas a Trump, aseguraba que EEUU «no está abandonando a las fuerzas aliadas kurdas». La decisión de una «retirada deliberada», según explicó Esper en la CBS, la adoptó Trump el sábado por la noche tras conversar con su equipo de seguridad nacional ante las señales de que Turquía planea expandir su ataque «más al sur de lo originalmente planeado y hacia el oeste» y de que las Fuerzas Democráticas Sirias están «buscando un acuerdo» con el Gobierno de Damasco y con Rusia para lanzar una contraofensiva. «Tenemos fuerzas estadounidenses probablemente atrapadas entre dos ejércitos opuestos que avanzan y es una situación insostenible», dijo Esper. Otras fuentes dejan abierta la posibilidad de que las tropas vayan a zonas más seguras. Trump, que la semana pasada dio carta blanca a la ofensiva turca, defendió como «muy inteligente» su decisión. Y sugirió también «dejar a otros entrar a luchar por una parte o por otra», recordando que existe la posibilidad de imponer sanciones a Turquía.