Donald Trump ha claudicado 35 días después. El presidente de Estados Unidos ha anunciado este viernes su apoyo a un plan para financiar temporalmente al Gobierno y acabar con el cierre parcial de las agencias federales, el más largo en la historia del país, un desastroso desaguisado que ha perturbando la vida de millones de estadounidenses. El acuerdo pactado en el Senado contempla una resolución para financiar las instituciones durante las próximas tres semanas, una medida que servirá para dar un respiro a los 800.000 funcionarios que ya han perdido dos nóminas, mientras continúa la batalla política sobre el Muro en la frontera. El visto bueno de Trump llega en medio de un monumental caos en los aeropuertos de la costa este, donde se acumulan los retrasos por la falta de controladores aéreos.

El presidente ha agradecido a los funcionarios su paciencia, definiéndolos como “gente fantástica e increíbles patriotas”, pero no ha tenido reparos en mentir sobre la actitud que han demostrado durante el cierre. “No solo no os habéis quejado, sino que muchos me habéis pedido que mantuviese el cierre hasta lograr los fondos para el Muro”. La realidad es, sin embargo, completamente diferente. Los funcionarios han protestado y se han manifestado en varias ocasiones, a la vez que numerosas agencias se alzaban en pie de guerra para denunciar la situación creada por la falta de personal y fondos. Desde el FBI, a la Guarda Costera, pasando por la Guardia Fronteriza o la seguridad aeroportuaria, precisamente aquellas donde más apoyo se le presupone al presidente.

FALTA DE RESPETO

Sus representantes han alertado en los últimos días de los riesgos que el cierre ha generado para la seguridad del país y han denunciado la falta de respeto hacia su trabajo por parte de la clase política. “Estoy más enfadado de lo que he estado en mucho tiempo”, ha dicho el director del FBI, Christopher Wray. Su agencia se ha quedado sin dinero para gasolina y neumáticos, no puede pagar a informantes y se ha visto obligada a poner en pausa investigaciones antiterroristas o de tráfico de niños por falta de personal.

Esos problemas han llegado a paralizar temporalmente las salidas en el aeropuerto neoyorkino de Newark, afectado como tantos otros por las bajas de miles de controladores aéreos y agentes de seguridad encargados de supervisar las zonas de embarque. En toda la cornisa atlántica los retrasos en los vuelos son la norma, un hecho que sin duda ha servido para doblegar el maximalismo de Trump. Pero hay otros factores. Casi el 60% de los estadounidenses culpa al presidente del cierre, según la última encuesta de ‘The Washington Post’, y al anunciar hoy mismo el acuerdo logra cambiar el curso de la conversación, centrada este viernes en el arresto de Roger Stone, uno de sus más estrechos colaboradores durante las presidenciales del 2016.