El presidente de EEUU, Donald Trump, viajará el martes a Kenosha (Wisconsin), en medio de las protestas que piden justicia para Jacob Blake, paralizado después de que la policía le disparara siete veces por la espalda hace una semana. Durante su visita, Trump se reunirá con miembros de las fuerzas de seguridad además de evaluar el "daño que han provocado los recientes disturbios", según explicó uno de los portavoces de la Casa Blanca, Judd Deere.

Después de casi una semana de silencio sobre el caso, el viernes por la noche el presidente abordó la agresión contra Blake, aunque de forma muy breve y superficial. "No me gustó cómo se veía. No me gustó verlo, ciertamente, y creo que la mayoría de la gente estaría de acuerdo con eso", dijo en declaraciones a la prensa tras un acto de campaña en Nuevo Hampshire.

El anuncio no ha sido muy bien recibido en Wisconsin. El vicegobernador del estado, el demócrata Mandela Barnes, dijo ayer que no necesitan la visita del presidente después de sus "comentarios incendiarios" sobre las protestas raciales en Kenosha. "Centraron toda una convención en crear más animosidad y más división (...) No sé cómo va a ayudar. No le necesitamos en absoluto".

"Su visita tiene un único propósito y es el de agitar las cosas", dijo, por su parte, la presidenta del caucus negro del Congreso, la también demócrata Karen Bass. "Es una tragedia que tengamos a un presidente que está haciendo todo lo posible por avivar las llamas", insistió.