El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha viajado hasta la isla de Ítaca, en un gesto cargado de simbolismo clásico, para dar por cerrado el tercer rescate económico del país, tras ocho años de tutela bajo inspectores de la UE, que deja atrás un interminable periodo de sacrificios y sufrimiento para la sociedad griega, que sigue sin embargo exhausta y con numerosas heridas abiertas, a pesar de que el país empieza a emerger lentamente a través de los datos macroeconómicos.

"No estamos diciendo que todos los problemas se hayan resuelto porque salimos del rescate, no lo celebraremos", dijo el viceministro de Economía, Alexis Haritsis, a la televisora ​​estatal ERT. "Pero es un día importante y es un éxito lograr salir de una vigilancia difícil", reiteró dando por liquidado el periodo de rescate y abriendo paso a una nueva etapa de autogestión.

"Un momento difícil"

El exprimer ministro George Papandreou, que solicitó el primer rescate de los socios de la zona euro de Grecia y el Fondo Monetario Internacional en abril de 2010, también echó mano de los clásicos para referirse al momento que vive Grecia. "Estamos en un camino difícil, una nueva odisea para Grecia y para la nación griega. Pero conocemos el camino a Ítaca y hemos trazado las aguas en nuestra búsqueda".

El rescate económico supuso para la sociedad griega entrar de lleno en un periodo de dura austeridad y agitación política. La economía del país se redujo en un 25%, un tercio de la población entró en parámetros de pobreza y miles de ciudadanos se vierno forzados a marcharse al extranjero.

Tras el rescate del 2010, siguieron el del 2012 y 2015. En total, el país ha recibido 288.000 millones de euros, elevando la deuda hasta al 180% de su producción económica anual. En los próximos años, Grecia tendrá que mantener los superávits presupuestarios primarios -excluidos los reembolsos de la deuda- y se podrán hacer nuevos recortes en las pensiones en 2019.