Arrecia la tormenta entre la OTAN y Turquía, uno de sus miembros más importantes. Y la culpa la tiene una batería de misiles antiaéreos, los S-400 rusos. Todo empezó hace un par de años, cuando tras normalizar las relaciones con Vladímir Putin, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, firmó la compra de este sistema de misiles, incompatible con el sistema operativo de la OTAN y cuya adquisición, además, va en contra de la legislación estadounidense. Tras la guerra en Ucrania y la anexión de Crimea, el Congreso de Estados Unidos prohibió, bajo su régimen de sanciones, que los demás países compren armamento a Moscú.

Y Turquía, miembro de la OTAN desde 1952, lo ha hecho. Esta semana llegaron las primeras partes de los misiles. Y desde aquí, la tensión ha ido en aumento. Estados Unidos ha echado a Turquía del programa de desarrollo de los nuevos aviones de combate de la alianza transatlántica, los F-35.

«Es injusto eliminar a Turquía del programa de los F-35. Esta decisión unilateral no está de acuerdo con el espíritu de nuestra alianza. Lo único que hará será dañar irremediablemente nuestras relaciones», dijo ayer en un comunicado el Ministerio de Exteriores turco. Washington teme que el sistema antiaéreo pueda servirles a los rusos para recopilar información de los nuevos aviones de la OTAN de última generación.

La llegada de las primeras partes de los misiles S-400 a Turquía se produce muy próxima de una fecha señalada con rotulador permanente en el calendario turco: el 15 de julio, el día en que, en el 2016, el país vivió un intento de golpe de Estado contra Erdogan.

El pasado lunes se celebró el tercer aniversario y, el presidente turco, en un discurso ferviente y nacionalista, anunció algo que no debió de sentar nada bien en las filas de la OTAN: «Todos los sistemas de misiles S-400 serán desplegados en abril del 2020. Ningún grupo de traidores o terroristas podrá minar la unidad de Turquía», dijo Erdogan. La compra de estos misiles antiaéreos también puede acabarle acarreando a Turquía sanciones económicas. Donald Trump tendrá que firmar una serie de medidas para disuadir a Turquía de repetir esta acción en un futuro. Entre las sanciones a escoger, el presidente estadounidense podría decidir bloquear a Ankara el acceso a los mercados financieros internacionales y denegar visados para los Estados Unidos a oficiales y miembros del Gobierno turco. Está obligado por ley a hacerlo.