A 50 días de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el hartazgo del presidente del Consejo Europeo ante el bloqueo de las negociaciones del brexit es evidente. «Me he estado preguntando cómo será el lugar especial reservado en el infierno para aquellos que promovieron el brexit sin tener un plan para llevarlo a cabo», arremetió Donald Tusk, tras entrevistarse ayer con el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. La respuesta del euroescéptico británico Nigel Farage no se hizo esperar. «Tras el brexit estaremos libres de matones arrogantes y no elegidos como usted y dirigiremos nuestro país. Me suena más como el cielo», espetó. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, también recibió a Varadkar. «Soy mucho menos católico que mi buen amigo Donald. Creo en el cielo y nunca he visto el infierno aparte del tiempo que he estado aquí. Es un infierno», bromeó. A menos de 24 horas de la nueva visita a la capital comunitaria de Theresa May, este mensaje marca el tono de cómo están los ánimos en Bruselas ante el desembarco de la líder de los tories, que en diciembre dijo sí al acuerdo de divorcio negociado con los Veintisiete y del que un mes después ha renegado tras la decisión del Parlamento británico de tumbarlo.

DARDO A LOS LABORISTAS / Pero Tusk no solo tuvo duras palabras para los tories. También hubo para la oposición, cuya postura a favor del brexit impide revertir la actual situación. «Los hechos son claros. La postura probrexit de la primera ministra británica y del líder de la oposición [Jeremy Corbyn] descartan esta cuestión. Hoy en día no hay fuerza política ni liderazgo efectivo a favor de permanecer. Lo digo sin satisfacción pero no se pueden negar los hechos», lamentó.

El político polaco volvió a reiterar el mismo mensaje que en Bruselas llevan repitiendo machaconamente desde que la Cámara de los Comunes tumbara el pacto hace unas semanas: que no hay renegociación posible, que el acuerdo suscrito con May en diciembre pasado se mantiene y que la salvaguarda para Irlanda es sagrada. Es más, Tusk dejó claro que si May espera contraofertas en este nuevo viaje a la sede de la Comisión y del Consejo, el séptimo desde que empezaron las negociaciones del brexit, no las va recibir. «La UE no va a hacer ninguna nueva oferta. En diciembre decidimos que el acuerdo de salida no está abierto a la renegociación», zanjó.

La principal prioridad política para la UE sigue siendo evitar el regreso de una frontera física a la isla de Irlanda. Un compromiso político en Bruselas, pero también en Londres y por eso espera «sugerencias realistas» de May para superar el atasco que vive el proceso tras las votaciones en el Parlamento británico. «Espero que el Gobierno británico presente ideas», reclamó.

El mecanismo de salvaguarda para Irlanda es, en todo caso, vital para Bruselas y Dublín. «Los acontecimientos en Londres y la inestabilidad en la política británica demuestra por qué necesitamos garantías legales», añadió el premier irlandés, que también se reunió con Juncker y lo hará mañana en la capital irlandesa con May.

Antes, la líder británica regresará hoy a Bruselas con el encargo de pedir cambios en la salvaguarda de Irlanda. A tenor de las declaraciones previas de ayer de Juncker y Tusk, se encontrará con un nuevo portazo. «Sabe que la Comisión Europea no está preparada para abrir esta cuestión. Es la posición de la Comisión y de los Veintisiete», zanjó con firmeza Juncker.