Los bombardeos y los partes de bajas no han estado nunca ausentes en la guerra del este de Ucrania, pese a la vigencia de un alto en fuego desde hace casi tres años y su escaso impacto en los medios de comunicación internacionales. Sin embargo, en los últimos diez días, la zona ha experimentado un repunte de las acciones armadas, con la friolera de 16.000 violaciones del cese de hostilidades contabilizadas por la misión de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). «Constatamos con preocupación un gran deterioro de la situación de seguridad», ha detallado un comunicado emitido por la OSCE. Según el Departamento de Estado, el año que ahora acaba se convertirá en el peor, en términos de bajas civiles y de cifra de rupturas de la tregua, desde la entrada en vigor de los Acuerdos de Minsk II en febrero del 2015.

Los principales bombardeos han tenido lugar en la localidad de Novoluhanske, bajo control del Gobierno, y afectaron a unas 2.000 personas.

Los disparos realizados desde posiciones prorrusas han obligado a decenas de personas a abandonar sus hogares cuando el invierno tan solo acaba de empezar. Ambos bandos han responsabilizado al contrario de este nuevo brote de violencia.