En Bruselas hace mucho que dejaron de confiar en cómo maneja Londres los tiempos del brexit. A dos días de que la primera ministra británica, Theresa May, desvele su visión sobre el futuro de las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE), el negociador jefe, Michel Barnier, volvió a dar un golpe en la mesa con la presentación del primer borrador jurídico completo sobre el tratado de salida del Reino Unido aprobado por la Comisión Europea. En total, 168 artículos y dos protocolos distribuidos en casi 120 páginas que el político francés quiere utilizar de acicate para obligar a Londres a mover ficha.

«Si queremos tener éxito en esta negociación, y quiero tener éxito, debemos acelerar. El 31 de marzo del 2019, en 13 meses, el Reino Unido no será un Estado miembro de la UE y ese día debemos tener organizada su retirada de una forma ordenada», volvió a avisar ayer durante la presentación del documento con el que, asegura, no aspira a generar ningún terremoto político en Londres, sino a ordenar la salida. «No busco provocar un shock, quiero tener éxito en la negociación. No busco provocar a nadie. No hay arrogancia. Ninguna. Mi responsabilidad es recordar que es el Reino Unido quien ha decidido de forma unilateral salir de la UE tras el referéndum» y «a 13 meses de la salida este texto es un elemento importante para tener éxito en la negociación», indicó.

El borrador incluye tanto el preacuerdo que cerraron en diciembre el Reino Unido y la UE como aquellas propuestas que al otro lado del canal de la Mancha consideran dardos a la línea de flotación británica: empezando por la continuidad de Irlanda del Norte en la unión aduanera y su alineación con la reglamentación comunitaria tras el brexit y siguiendo con el papel del Tribunal de Justicia de la UE como garante ante las disputas que puedan surgir en torno a la salida de Reino Unido, incluidos los derechos de los ciudadanos, el mantenimiento del 31 de diciembre del 2020 como fecha en la que concluirá el periodo transitorio y la constatación de que los británicos perderán sus derechos de voto y representación en el proceso de toma de decisiones de la UE.

EL ESCOLLO MÁS TÓXICO / El elemento que augura más batalla política y el más tóxico para la negociación es el protocolo para Irlanda del Norte. Londres considera que los planteamientos europeos amenazan su integridad territorial porque Irlanda del Norte deberá mantener tras el brexit una armonización reglamentaria plena con la UE en cuestiones como aduanas, IVA, energía, medioambiente, agricultura y regulación de productos. Barnier discrepa: «Mi opinión es que esta opción no pone en cuestión el orden constitucional ni institucional del Reino Unido».

En la práctica, sin embargo, el territorio norirlandés pasaría a tener un tratamiento diferenciado dentro del Reino Unido y a seguir sujeto a las reglas aduaneras europeas. El objetivo de esta fórmula -que ya estaba prevista en el acuerdo político de diciembre- es evitar el regreso de una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte y preservar los acuerdos de paz de Viernes Santo. Es más, si Londres encuentra una solución alternativa, el plan de Bruselas decaería. El problema también podría resolverse si el Reino Unido decide quedarse finalmente en la unión aduanera, como ha planteado el líder laborista, Jeremy Corbyn, con quien Barnier se ha encontrado ya en tres ocasiones, aunque esta posibilidad no se conocerá a tiempo.

El texto propuesto, asegura Barnier, «no contiene ninguna sorpresa para nuestros socios» porque lo único que hace es «traducir jurídicamente los compromisos asumidos por la UE y el Reino Unido en diciembre», incluidas las posiciones de la UE ya conocidas sobre el resto de cuestiones de la retirada, «sobre las que no se ha progresado desde diciembre», así como «las posiciones de la UE en materia de gobernanza y el periodo de transición». Elementos sobre los que siguen existiendo «diferencias enormes» o sobre los que ni siquiera han empezado a negociar, como Euratom, propiedad intelectual o mercados públicos.

La declaración de intenciones llega en un momento clave, a 24 horas de la reunión entre el presidente de la UE, Donald Tusk, y Theresa May en Londres y a dos días de otro discurso clave de la premier británica. «Parece que la filosofía del pastel todavía está viva. Nuestra intención es adoptar las orientaciones esté o no preparado el Reino Unido para dar su visión sobre nuestras relaciones futuras. No podemos quedarnos parados y esperar», avisó.