Este viernes se cumple una semana del intento de golpe de Estado en Turquía y tanto la UE como la OTAN siguen más preocupadas por salvar el pacto migratorio que ha sellado el mar Egeo y garantizar que la lucha contra el Estado islámico en Siria no se verá afectada que por reprobar las masivas detenciones y la purga acometida por el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan. Y es que, al margen de los mensajes de condena de las primeras horas y los avisos contra cualquier intento de reintroducir la pena de muerte en el país, la Unión Europea ha optado por mantener un clamoroso silencio.

La primera respuesta a la intenta golpista fue tibia, ambigüa y muy medida. Aunque las primeras informaciones de lo que estaba ocurriendo empezaron a trascender poco después de las nueve de la noche del pasado 15 de julio no fue hasta al filo de la madrugada del sábado cuando se produjo la primera reacción pública de un dirigente europeo. “Llamamiento a la moderación y el respeto de las instituciones democráticas”, urgía la jefa de la diplomacia europea,Federica Mogherini, veinte minutos antes de medianoche.

Las primeras señales de vida de la OTAN aparecían de la mano de su secretario general, Jens Stoltenberg. “ Pido calma, moderación y pleno respeto para las instituciones democráticas de Turquía y la Constitución, Turquía es un valioso aliado de la OTAN”, proclamaba.

Las reacciones solo se multiplicaron cuando Washington y Moscúsaltaron a la primera línea y cerraron filas entorno a Erdogan, dando su apoyo al gobierno turco democráticamente electo. “Turquía es un socio clave de la UE” y la “UE apoya plenamente al gobierno democráticamente elegido, las instituciones del país y el estado de derechos”, aclaraba poco después el presidente de la UE, Donald Tusk,.

RELACIONES TENSAS

Pese a este apoyo, lo cierto es que las relaciones entre la Unión Europea y Erdogan siempre han sido difíciles, tensas, y han estado jalonadas por los continuos desplantes autoritarios que se han multiplicado en el último año. Sabedor de la gran dependencia de Europa para frenar la llegada de inmigrantes y refugiados, y de su papel clave en la lucha contra el Estado Islámico en Siria, Erdogan ha sabido tensar la cuerda como nadie ante la impasible mirada de unos dirigentes europeos que han optado por cerrar los ojos ante los continuos recortes a la libertad de prensa, la censura, la detención y condena a periodistas acusados de insultar a Erdogan y a su gobierno.

Nadie en la UE quiere poner en peligro la relación con un socio clave como Ankara y el temor es evidente. “Es importante para todos nosotros que Turquía siga siendo un fuerte aliado de la OTAN porque está en la frontera de toda la inestabilidad y la violencia que hemos visto en Irak y Siria”, decía este jueves Stoltenberg desde Washington subrayando que esperan una respuesta de de Ankara “proporcionada” y en línea con los valores que defiende la Alianza Atlántica.

CONSOLIDAR EL AUTORITARISMO

Sin embargo, el camino emprendido por Erdogan desde el sábado con masivas detenciones, y especialmente desde que sugiriera la posibilidad de reintroducir la pena de muerte, apuntan a todo lo contrario.

“Por muy buena que sea la administración el que estas listas se hayan confeccionado en pocas horas no me parece concebible”, repetía esta semana hasta en dos ocasiones el responsable de la Comisión Europea de liderar las negociación de adhesión, Johannes Hahn, sobre la larga lista de detenidos. La última durante una reunión extraordinaria de la comisión de exteriores de la Eurocámara muy crítica con el intento de golpe y la reacción posterior del gobierno turco. “Pregunté antes y pregunto ahora, ¿por qué Europa está negociando con un país de este tipo?”, se empiezan a preguntar algunos en Bruselas.

Miembro de la Alianza desde hace décadas y cerca de la UE

OTAN: Turquía es miembro de la OTAN desde 1952 y dispone del segundo mayor ejército de la Alianza Atlántica. Desde el territorio turco, la coalición lleva a cabo los ataques contra el Estado Islámico en Siria.

UNIÓN EUROPEA: En 1987, Turquía presentó su candidatura de adhesión y 10 años después arrancaron las negociaciones. El proceso siempre ha estado rodeado de altibajos. El pacto migratorio sirvió para relanzar el proceso pero la medida estrella de ese acuerdo, la liberalización de visados, está bloqueada