La Unión Europea y Turquía retoman el diálogo tras las tensiones vividas en las últimas semanas en la frontera greco-turca. El viaje relámpago de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, a Bruselas, para entrevistarse con los dirigentes europeos, no ha servido de momento para plasmar ningún acuerdo concreto, pero ambas partes se han comprometido a examinar punto por punto la aplicación del acuerdo migratorio cerrado en el 2016, por el que Ankara aceptó blindar la frontera con Grecia y asumir en su territorio a los refugiados llegados desde Siria a cambio de 6.000 millones de euros, de los cuales la UE ha comprometido 4.700 millones y ha desembolsado ya unos 3.200 millones.

Los encargados de evaluar el cumplimiento «político y técnico» del pacto, que para la UE sigue siendo válido, serán el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell y su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu. Ambos se encargarán de estudiar «qué está en vigor y qué falta para implementarlo» y si Bruselas y Ankara hacen la misma interpretación del contenido, explicaron los presidentes de la UE y la Comisión, Charles Michel y Ursula von der Leyen, tras un encuentro de algo de más de dos horas con Erdogan.

«Somos conscientes de que Turquía esta realizando un enorme esfuerzo acogiendo a millones de refugiados, pero lo que ha sucedido en la última semana no puede volver a ocurrir. Necesitamos una estrategia que evite una escalada de las tensiones en el futuro», reclamó la alemana que hace una semana calificó a Grecia como el «escudo de Europa» aunque eludió pronunciarse sobre la violencia en la frontera ejercida contra los refugiados.

Reducir la tensión / «Las fronteras europeas hay que protegerlas y los derechos fundamentales, también. Los dos tienen que hacerse simultáneamente. Por esta razón nos reunimos con Erdogan. Por eso nos esforzamos en reducir la tensión, para encontrar una solución que nos lleve a una situación adecuada», indicó ayer insistiendo en que «toda respuesta debe ser proporcionada», que «el uso de la violencia excesiva nunca es aceptable» y que «harán falta investigaciones» sobre los denuncias de violencia.

Pese a las acusaciones y amenazas de las últimas semanas por parte de Ankara, que utiliza a los refugiados como moneda de cambio para presionar a Europa, la UE considera que el encuentro con Erdogan es el «primer paso» para restablecer los canales de comunicación con un país que es clave en la gestión de los flujos migratorios. «Es bueno que las líneas de comunicación con Turquía sigan abiertas y activas», celebró la presidenta de la Comisión. «Es un paso importante en la buena dirección pero hay trabajo que hacer para rebajar la tensión», ha reconocido Michel.

Pero lo cierto es que la visita exprés del mandatario turco no ha cambiado ni un ápice la realidad, tal y como quedó patente en cuanto Erdogan abrió la boca en Bruselas. «Es un sinsentido que un aliado y vecino apunte a Turquía como responsable de la oleada de inmigración irregular. No vamos a permitir que este país utilice la situación actual y a la UE para sacar un beneficio injusto», advirtió en referencia a Grecia.