Venezuela duele. Se ha convertido por primera vez en el país de origen con más peticiones de protección internacional en España: 3.960 solicitantes -en el 2015 fueron tan solo 596-, según el último informe de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). En Estados Unidos también encabezan la lista de peticiones de protección internacional en el 2016.

Claudia Calderon, ingeniera venezolana, decidió marcharse de su país hace casi 14 años por la endémica sensación de inseguridad. “Vives en un constante ‘sobreviviré en esa selva de cemento?’ Nosotros somos de Caracas. Cada día que salía pensaba: 'Regresaré viva a mi casa?'”. Para ella, lo que está pasando en Venezuela también tiene mucho que ver con la falta de comida y de medicinas: “El pueblo está cansado de pasar necesidades, está cansado de pasar miserias”.

Su marido, Luis Miguel Bucci, viajó poco antes que ella a Barcelona por las mismas razones: “Me atracaron cuatro veces en Venezuela con pistola. En la constructora de mi padre se metían dentro de la cabina y robaban los materiales”. Bucci habla con impotencia de lo que está pasando en su país: “Venezuela tiene hoy un problema humanitario; falta de medicamentos, falta de seguridad y no hay Gobierno responsable que te represente como país”. Juntos abrieron hace cuatro años un restaurante de comida típica de su país. Claudia disfruta cocinando y siente que hace una "labor social" regalando felicidad a sus paisanos a través de sus platos.

FIRMEZA EN LA CONSTITUYENTE

Por otro lado, Ricardo Capella, cónsul de Venezuela en Barcelona, entiende que la gente se vaya “por un tema de inseguridad”, pero insiste que el país “necesita sentarse a conversar” y que “el motor de Venezuela tiene que ser el sentimiento de patria”. En referencia a la situación actual, Capella atribuye el problema de la inflación a las empresas extranjeras y no le tiembla el pulso cuando, bajo las amenazas del presidente estadounidense, Donald Trump, afirma que están “preparados para esto”. Cuando habla sobre la oposición, asegura que "no tienen los votos" y que "los que estan incendiando el país son un grupito".

Asimismo, Emilio Chirinos, poeta y escritor venezolano, afirma que "lo que está pasando ahora es una consecuencia del pasado", refiriéndose a problemas sistémicos, a una larga cultura de la conspiración y a la caída de los precios del petróleo. Él piensa que la gente ahora “quiere soluciones inmediatas” y que “en esta situación política de desencuentro de tal magnitud se debe llamar a una Constituyente”. Su llegada a España en el año 2000 era por motivaciones diferentes a los otros testimonios. Tuvo una vida política y cultural muy activa y vinculada a la izquierda socialista. Vino a Barcelona porque tenía ganas de conocer y explorar, además de tener vínculos con catalanes que emigraron a Venezuela por el franquismo.

CANSANCIO GENERAL

Mariangel Rostro, estudiante de periodismo de 24 años, se fue de Venezuela hace casi cinco años porque le privaban de muchas cosas por miedo a que le pasara algo. Sus abuelos también huyeron de España hacia Caracas cuando estalló la guerra civil. Parte de su familia ha dejado el país esta semana. Su punto de vista sobre lo que está pasando en Caracas es que “hay un resentimiento de todos contra todos (…) cualquier cosa es sinónimo de odio”. A nivel político, Rostro afirma con rotundidad que “la actuación por ambas partes ha sido nefasta” y que “mucha gente independiente, que no es ni del Gobierno ni de la oposición, simplemente está harta de la situación”. Cuando habla de cómo se ha llegado a este choque de trenes, culpa a la mala gestión que se ha hecho de los recursos: "Venezuela es un país rico en minerales, en oro, en diamantes, en petróleo, en agua… pero no hubo esa cultura de decir 'no vivamos del petróleo porque el petróleo no va a ser eterno".

Esto es lo que le sucedió también a Nelson Rojas, de 29 años. Él lleva ocho meses en Barcelona y, junto a su familia, ha pedido asilo en España. Baja la mirada pero no le tiembla la voz cuando explica que a él le mataron a uno de sus dos hermanos: “Mi hermano se opuso al régimen, fue secuestrado por los 'colectivos', que son grupos delictivos del Gobierno. También secuestraron a un amigo y a mí me robaron varias veces, pero no me pudieron secuestrar”. Ahora valora poder "caminar tranquilo y tener comida", aunque piensa que en Venezuela tiene que haber un cambio de Gobierno y "aportar cada uno su granito de arena para sacar el país adelante".