Austria se ha despertado esta mañana digiriendo aún la victoria obtenida ayer por el ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, donde se impuso con claridad a todos sus rivales con un 35,3% de los votos. Más allá del triunfo del candidato xenófobo y euroescéptico Norbert Hofer, que destrozó todas las encuestas con un amplio margen, los comicios dejan como principal víctima a un bipartidismo que queda relegado a sus peores cifras.

La resaca electoral se ceba con el Partido Socialdemócrata(SPÖ) y el Partido Popular (ÖVP) tras haber quedado empatados con un 11,2% de los votos, unos resultados muy flojos que no les permiten oponer resistencia alguna contra la ultraderecha. La segunda plaza obtenida por Alexander van der Bellen, el candidato de Los Verdes (DG), con el 21,3% de los sufragios, evidencia aún más el fracaso de la llamada gran coalición.

Los socialdemócratas y los conservadores gobiernan de la mano en Viena desde el 2006. Desde entonces han observado desde el poder como un lento pero constante desgaste les ha llevado a obtener los peores resultados de su historia. Hace 10 años los dos partidos hegemónicos sumaban el 70% de los votos y actualmente apenas superan el 20%. “La caída continuada del SPÖ y del ÖVP se debe al cambio generacional así como a los miedos de parte de la población”, ha apuntado el politólogo Anton Pelinka en declaraciones a EFE.

OPOSICIÓN A LOS REFUGIADOS

Durante el año pasado decenas de miles de refugiados cruzaron el país transalpino en busca de un mejor futuro lejos de los conflictos de países como Siria, Irak, Afganistán o Somalia. La mayoría de ellos puso rumbo hacia Alemania y el norte de Europa, principales destinos de los exiliados. Hasta el final del noviembre de 2015 hasta 85.000 personas habían solicitado asilo en el país, un importante incremento comparado a las 23.861 solicitudes recibidas en 2014. A pesar de eso, Austria sigue siendo uno de los países más privilegiados del continente en términos de ingresos, empleo y seguridad.

La ultraderecha supo sacar tajada de ello y su discurso cada vez más incendiario caló hondo en una sociedad preocupada por la llegada de tanto extranjeros. Ante este auge del escepticismo y la crítica a su inicial apertura de puertas, Viena optó por mimetizar algunos gestos del FPÖ y endureció su posición hasta contradecir abiertamente las directrices de Alemania. Amnistía Internacional llegó a denunciar que se recibió a los refugiados en “condiciones extremadamente pobres”.

TRADICIÓN DERECHISTA

A pesar de que el SPÖ ha sido tradicionalmente el partido más votado, en los últimos años Austria ha virado a la derecha. El triunfo de Hofer se vincula a que buena parte de la población no percibe al FPO como un partido radical asociado a ideas del nazismo alemán, ha lamentado el periodista y analista Christian Rainer.

Uno de los principales responsables del auge ultranacionalista y conservador en los 90 fue Jörg Haider. Este hijo de nazis, que llegó a pedir honores para las SS, lideró el FPÖ y se convirtió en un problema para los intereses de la UE. En 1999, cuando se presentaba a la cancillería, Bruselas exigió cancelar la nominación de este controvertido personaje.

Desde el 2006 el FPÖ ha seguido una importante tendencia al alza que podría traducirse en una victoria en las legislativas del 2018. En los últimos 14 años la ultraderecha ha pasado de obtener el 10% de los votos a hacerse con el 20,55% obtenido en los comicios del 2013. A pesar de que el partido capitaneado por Heinz-Christian Stracheno pudo conquistar el máximo histórico de su formación, obtenido en 1999 con el 26,9% de los votos, la fragmentación política evidenció el fin del bipartidismo y confirmó que la ultraderecha es una alternativa real al poder.