La noche del 22 de noviembre del 2006 fue histórica en Holanda. Aunque la irrupción del ultraderechista Geert Wilders en la escena política de los Países Bajos se llevó gran parte de la atención mediática, otra pequeña formación, el Partido por los Animales (PvdD), logró un hito único en el mundo y se convirtió en el primero de ese color que obtenía representación parlamentaria. Casi 13 años más tarde, la fuerza prosigue su paulatina consolidación política influenciando el debate social y se prepara para unas elecciones europeas en las que se presentará con otras fuerzas animalistas como la española PACMA.

El camino de esta rara avis política no ha sido sencillo. Los derechos de los animales y la protección del medio ambiente son temas ya aceptados por parte de la sociedad, pero en el 2002 aquellos que los reivindicaban eran ignorados. Sin embargo, fue entonces cuando un grupo de activistas fundó el PvdD con la idea de revertir la lógica antropocéntrica que marca la política e impulsar una visión que también piense en las otras especies que habitan el planeta. "Si no te preocupas por los animales, los más vulnerables y sin voz, cómo podemos creer en una sociedad compasiva con todos?", explica su líder y presidenta, Marianne Thieme, que recibe a este periodista en su despacho de La Haya.

Cuestionados y ridiculizados desde sus inicios, el PvdD cuenta ya con hasta 54 representantes políticos por todo el país, que van desde consejos locales hasta el Parlamento Europeo. Las elecciones del 2017 supusieron otro salto tras conseguir 335.214 votos, un 3,2% que les permitió ampliar su participación en la Cámara con cinco escaños. Aunque esas cifras no les permiten llegar al gobierno sí les dan fuerza para influenciar a los otros partidos.

MÁS ALLÁ DE LA FAUNA

Integrado mayoritariamente por mujeres, el partido animalista tiene en su ADN fundacional la convicción de que todos los animales son seres vivos con conciencia y que deben ser respetados. Eso se traduce en una férrea oposición a la caza, a la explotación en los zoos y a la ganadería extensiva, así como una promoción de estilos de vida más sostenibles como el veganismo. Teniendo en cuenta el impacto medioambiental de la industria cárnica supone hasta el 51% de las emisiones de gases de efecto invernadero y es una de las mayores causas de deforestación y derroche de agua, el PvdD ve el animalismo como parte fundamental de su lucha contra el cambio climático.

Sin embargo, quedarse en ese nivel sería reducir al partido a lo caricaturesco. "El animal es un símbolo para replantearnos nuestra filosofía de vida y hablar de un sistema económico disfuncional", asegura Thieme. Desarrollada como una formación de izquierda, el partido ve en esos dos pilares de la protección ecológica una base indispensable para combatir la desigualdad social acentuada con la desregulación capitalista.

Por ello, como han hecho otros pensadores de la izquierda como Naomi Klein, abogan por una deconstrucción del modelo neoliberal que rechace el "crecimiento insostenible" en tratados de libre comercio como el TTIP o el CETA, reduzca la jornada laboral, establezca un salario mínimo inexistente en el país y aumente los impuestos a "depredadores del sistema" como bancos, grandes fortunas y multinacionales, algoque, según confiesa Thieme, es difícil de casar en un país convertido en un paraíso fiscal. El partido se ve como un movimiento emancipatorio que defiende a los más vulnerables, ya sean animales, el planeta o la clase trabajadora.

RAZONES DEL ÉXITO

¿A qué se debe su éxito? Los holandeses están entre los ciudadanos europeos más preocupados por el cambio climático y más abiertos a comprar productos respetuosos con los animales, aunque no consideran que las condiciones de estos deban mejorarse. La concienciación es clave, pero también se da gracias a otros factores.

Caso único en el mundo, la victoria del partido animalista también se sirve de un sistema político que fija su porcentaje mínimo para obtener representación parlamentaria en el 0,67%, uno de los más bajos del mundo. En España es del 3% y en Alemania del 5%. Eso ha dado uno de los parlamentos más fragmentados y plurales que existen. Los 13 partidos políticos representados ahí solo son superados por los 35 que cohabitan en Brasil y los 37 de Irak.

COMUNICACIÓN ACTIVISTA

Su estrategia comunicativa también tiene algo que ver con su éxito. Poco dado a la polémica parlamentaria, el partido suple su falta de presencia mediática a través de sus propios canales: internet y, sobre todo, los libros y documentales publicados durante años por Thieme. Así, en el 2008 puso voz al documental Meat the truth, sobre el impacto de la ganadería extensiva en el cambio climático, seis años antes del estreno de Cowspiracy, película puntal en esta materia. "Me gusta que haya activismo entre la clase política", explica Antoinette, quien en el 2017 dejó de votar a los liberales para apoyar a los animalistas.

En un gesto irónico que algunos pueden ver frívolo, Thieme se disfraza anualmente en la festividad del Día del Rey, popularizando una imagen caracterizada como un Che Guevara armado con zanahorias que preside su despacho en La Haya.

MOVIMIENTO GLOBAL

Su éxito electoral hace que el caso holandés sea único. No obstante, el fenómeno animalista en los Países Bajos inspiró a otros, y creó una fundación que impulsa nuevas fuerzas políticas por todo el mundo, desde España a Taiwan. "En La Haya no nos damos cuenta de ello, pero las palabras de Thieme son maná para los políticos animalistas de todo el planeta", explica el periodista Ariejan Korteweg en un artículo del diario De Volkskrant.

Así, de los 18 partidos establecidos de esta corriente, otros cuatro han obtenido pequeñas victorias políticas que les han permitido llevar su voz de protesta en parlamentos locales como el de Alsager, en el Reino Unido, o el de Lisboa, en Portugal. Aunque mínimos, esos triunfos evidencian la creciente preocupación ciudadana por el impacto del hombre en el mundo que le rodea. Esa es la principal victoria de los animalistas neerlandeses. "Al principio siempre parece imposible cambiar las cosas -asegura Thieme-. Es solo cuestión de tiempo".