Jared Kushner, el yerno y asesor del presidente de Estados Unidos,Donald Trump, quiso establecer un canal de comunicaciónsecreto con el Kremlin para esquivar la inteligencia estadounidense, según revela el diario 'The Washington Post'.Una información que sitúa, aún más si cabe, a Kushner en el punto de mira del 'Rusiagate'.

Kushner abordó esta posibilidad en sus reuniones con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak, celebradas en la Torre Trump de Nueva York durante el periodo de transiciónpresidencial, según publica el diario, que cita a funcionarios estadounidenses que han tenido acceso a comunicaciones interceptadas entre Kislyak y sus superiores en Moscú.

Según las fuentes del Post, Kushner y Kislyak hablaron de establecer ese canal "secreto y seguro" utilizando las instalaciones diplomáticas rusas en Estados Unidos con el objetivo de esquivar la inteligencia estadounidense todavía bajo el control del Gobierno de Barack Obama. También participó en las reuniones el general retiradoMichael Flynn, quien llegaría a la Casa Blanca como asesor de seguridad nacional, aunque dimitió a las pocas semanas en el cargo envuelto en una fuerte polémica por sus contactos con los rusos.

De acuerdo con el Post, el FBI tiene a Kushner en el foco de su investigación sobre la presunta injerencia del Kremlin en las elecciones de noviembre a la Casa Blanca, incluyendo los posibles contactos entre la campaña de Trump y funcionarios rusos. A diferencia de otros miembros del entorno de Trump salpicados por la trama, el yerno se ha ofrecido a cooperar con las autoridades políticas y policiales que investigan la posible colusión entre la campaña del presidente y el Kremlin. "Kushner ya se ofreció como voluntario para compartir con el Congreso lo que sabe de esas reuniones", ha dicho uno de sus abogados. "Hará lo mismo si se le contacta en conexión con otra investigación".

Por el momento no hay nada punible, pero esta nueva vuelta de tuerca servirá para empantanar un poco más la investigación. Para Trump son malas noticias porque en Washington casi nada se habla de su agenda de gobierno; casi todo el interés mediático está centrado en el tufo humeante de las pesquisas sobre la trama. Ni siquiera sus tuits consiguen ya desviar la atención.