Jacob Zuma anunció ayer que acepta dimitir como presidente de Sudáfrica en cumplimiento de las órdenes de su propio partido, el Congreso Nacional Africano (CNA), que le había dado un ultimátum para renunciar.

Pese a manifestarse en «desacuerdo» con la resolución del CNA, Zuma comunicó su decisión final en un discurso en televisión poco antes del fin del plazo. El CNA le había conminado a dimitir por sus casos de corrupción o a someterse a una moción de censura.

La posición del presidente, que se negaba a aceptar las exigencias del CNA, ha tenido en vilo en los últimos días al antiguo movimiento de liberación nacional de Nelson Mandela y a toda Sudáfrica, donde los nueve años de mandato de Zuma han estado marcados por los escándalos políticos y el estancamiento económico.

Por la mañana, en su primera intervención pública en televisión después de que el CNA le diera un ultimátum para dimitir, Zuma se había defendido y había alegado que nadie había aportado una razón ni le había explicado qué había hecho «mal» para que tuviera que abandonar.