El fallecimiento de Antonio Pérez Balada, a los 96 años, ha puesto la nota luctuosa en un Castellón al que, deportivamente, las cosas le ruedan muy bien. El nulense era el último superviviente de la primera gran época dorada del club albinegro, al formar parte de la plantilla que subió, por vez primera, a la máxima categoría (1941), defendiendo la portería durante cuatro campañas, en Primera, antes de ser traspasado al Atlético Aviación. El Atlético de Madrid y el Valencia fueron sus otros equipos, completando nada más y nada menos que 12 temporadas en Primera, ganando el título copero con el conjunto che en 1949.

La historia de Pérez, que también cedió su nombre al campo de Noulas, es singular. De película. Antes de iniciar una exitosa carrera futbolística, el nulense vivió de primera mano los horrores de la guerra civil, luchando con el bando republicano en la batalla del Ebro. Logró salir indemne, pero fue hecho prisionero cuando cruzó a Francia y, durante seis meses, sufrió las penurias de un campo de concentración. A la postre, pudo conseguir la documentación para quedar en libertad, regresando a Nules, donde compaginó el trabajo dentro de la fundición con su padre con el fútbol.

LEYENDA // En 1940, Pérez se enroló en el Castellón, cuyas actuaciones le elevaron a la categoría de leyenda albinegra. Jugó 127 partidos en cinco temporadas, antes de su fichaje por los rojiblancos, donde, como entrenador, tuvo a un mito del fútbol español como Ricardo Zamora. El nulense disputó 188 encuentros en las 12 temporadas en Primera, regresando, una vez colgó los guantes, a su pueblo natal, donde montó un negocio. H