A las ocho de la tarde del 23 de marzo de 1937, la ciudad de Castellón sufrió el primer bombardeo de su historia. España estaba en guerra desde el mes de julio del año anterior y unos minutos antes la sirena de los bomberos empezó a alarmar a la población. La capital, que entonces apenas tenía 35.000 habitantes, fue bombardeada desde el mar por el crucero Baleares, de la base militar de Mallorca. Murieron al menos 13 personas. Aquellas bombas no fueron las únicas. En los siguientes meses se produjeron otros 42 bombardeos y era la sirena de la torre campanario del Fadrí la que anunciaba el horror.

El esquema era muy simple: si sonaba una vez, el bombardeo inminente llegaba por vía aérea. Si lo hacía cinco, el ataque venía por barco. Y cuando todo eso sucedía se activaba el sistema de defensa pasiva. Hombres, mujeres, ancianos y niños corrían a los refugios que se construyeron en tiempo récord, cosiendo el subsuelo urbano. Llegaron a contabilizarse hasta 300 privados y 43 públicos. El de la plaza Tetuán, rehabilitado y transformado en museo, es uno de ellos. Y también uno de los 433 bienes de la guerra civil que la Conselleria de Educación y Cultura ha localizado en la provincia. Unos espacios que desde hace unos días aparecen en la web Patrimonio Valenciano de la guerra civil, donde se geolocalizan. ¿El objetivo? Facilitar información de su uso y situación.

La imagen inferior corresponde a las trincheras de Betxí:

Esos 433 bienes patrimoniales del conflicto que Cultura ha catalogado en la provincia (en el conjunto del territorio valenciano la cifra asciende a 1.066) están repartidos por 55 municipios. O lo que es lo mismo: el 40% de las localidades de Castellón cuenta con, al menos un aeródromo, un refugio, un hospital, una trinchera... relacionada con la arquitectura militar y de retaguardia construida o utilizada entre 1936 y 1939. Pero, cuidado, en esta lista no están todos los que son. «La idea es ir completando ese inventario con las aportaciones de ayuntamientos o asociaciones», apunta Albert Girona, doctor en Historia Contemporánea y secretario autonómico de Cultura y Deporte.

De entre todos los espacios localizados en la provincia, quizás el más relevante es el conjunto de trincheras y fortificaciones que forman parte de la línea XYZ, una compleja red tejida en 1938 por el ejército republicano para defender València del avance de las tropas franquistas. Una línea de 150 kilómetros de longitud que pasa por 40 poblaciones, desde Almenara a El Toro, y entre las que destacan Montán, Villamalur, Azuébar, Bejís, Teresa, Navajas, Segorbe o la Vall d’Uixó. «En Castellón el patrimonio de la guerra civil es numeroso y la línea XYZ es de gran importancia, porque fue testigo de los combates más intensos de la batalla de Levante», explica Girona.

La línea XYZ

El territorio XYZ, también conocida como línea Metallana, en honor al coronel que estaba al mando de los ejércitos que la construyeron, tardó en forjarse once meses y fue necesario el trabajo de 14.000 personas. En ella se enfrentaron prácticamente medio millón de soldados, unos 200.000 del bando republicano y 260.000 de la parte sublevada. Fue de capital importancia en la citada batalla, en especial para las tropas de Franco, que quisieron atravesar sin éxito esta franja de tramos discontinuos y estratégicamente situados.

En la imagen inferior podemos ver una de las construcciones de la línea XYZ:

Ahora, la Agència Valenciana de Turisme (AVT) quiere poner en valor esta ruta y los elementos que la integran para convertirla en recurso turístico, un proyecto en el que también participan la UJI y la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP).

Una de las localidades más ricas en patrimonio de la guerra civil y donde mejor es su estado de conservación es Nules, a pesar de que el casco urbano fue prácticamente asolado por los bombardeos. El inventario del Consell recopila cuatro búnkeres construidos por el ejercito sublevado, que han sido acondicionados por el Ayuntamiento; y el chalet del registrador Vernia, donde estuvo el puesto de mando de la República. «La idea del Consell es declarar estos fortines Bien de Interés Cultural (BIC)», avanza el secretario autonómico de Cultura y Deportes.

La instantánea inferior corresponde al aeródromo de El Toro:

Otra localidad que conserva un gran número de espacios de la contienda bélica es El Toro. El más importante es el aeródromo, levantado en 1937 con motivo de la batalla de Teruel con el objetivo de tener a los soldados cerca del frente. Esta infraestructura de El Toro (también la de Barracas) fue de las más usadas y todavía se conserva la caseta, que fue centro de Mando, así como el refugio antiaéreo, con dos bocas al exterior que por dentro se comunican entre sí. En este pueblo también se construyó un cementerio donde se enterraba a los muertos del bando nacional que profesaban la religión musulmana (la inmensa mayoría eran marroquíes) y que murieron en el frente de Espadán. Pero El Toro y Barracas no fueron los únicos municipios que durante la guerra contaron con aeródromos. Se habilitaron en Alcalà de Xivert, Càlig, Ares o Vilafamés, que en la actualidad ha convertido aquel campo de aviación ( conocido como el 442) en un museo al aire libre.

Quizás pocos saben que a 42 kilómetros de El Toro, en el término municipal de Soneja hubo un campo de concentración. Se habilitó en una antigua fábrica de papel y funcionó tres meses, desde abril a julio de 1939. El campo encerraba a los combatientes del bando republicano hechos prisioneros en el frente de Levante. Dicen los historiadores que nunca se registraron fusilamientos. Uno de los presos fue el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, que permaneció en Soneja poco más de cuatro semanas.

Hospitales militares

Y de Soneja a Vinaròs. En esta localidad del Baix Maestrat España se dividió en dos mitades. El bando nacional llegó el 2 de abril de 1938 y estableció dos hospitales militares provisionales: uno estaba instalado en el Convento de la Divina Provindencia y el otro en el colegio San Sebastián, en pleno paseo marítimo.

La fotografía inferior corresponde al hospital de Vinaròs:

Cada uno de los 433 espacios patrimoniales de la guerra civil que Cultura ha inventariado en Castellón son bienes protegidos. Como lo es el monumento en homenaje a la 4ª de Navarra (bando nacional) levantado en la Font d’en Segures, en Benasal. «Con todo este inventario se pretende que los ayuntamientos conozcan los bienes catalogados que existen en sus respectivos municipios, se vayan incorporando cada vez más espacios que todavía no están en el inventario y, también, que los ciudadanos conozcan todo este patrimonio», describe el secretario autonómico de Cultura y Deportes. Porque en todos esos espacios donde un día rugía la guerra hoy reina el silencio cotidiano de la paz.