Condena de seis años y cuatro meses de cárcel por los delitos de agresión sexual y lesiones e indemnización de 34.410 euros para la víctima. Es el pacto in extremis al que llegó ayer A.A., de 53 años, con la Fiscalía antes del juicio que se celebraba contra él en la Audiencia Provincial por el ataque a una mujer que llevó a cabo en Nules en el 2016.

El procesado, que lleva casi dos años en prisión preventiva, reconoció los hechos y no podrá acercarse a menos de 500 metros de la afectada durante los 14 años posteriores a su puesta en libertad por orden judicial.

El ya sentenciado coincidió con la víctima en un bar de copas de Nules y entabló una conversación con ella, ya que se conocían de vista por residir los dos en la localidad. Tras pasar un rato en el establecimiento, decidieron trasladarse juntos hasta otro pub en Moncofa, desplazándose en el coche del acusado.

LOS HECHOS

Tomaron algo en el segundo local y, sobre las 2.00 ó 3.00 horas, se dispusieron a regresar a casa. El condenado dijo a la chica que volverían por el camino de la playa, haciéndole creer que así podrían evitar posibles controles de alcoholemia. Sin embargo, el hombre detuvo el vehículo en una zona apartada y, tras levantar la falda a la mujer, empezó a tocarle las piernas, diciéndole ella que no quería nada con él y que la dejase.

La chica se bajó del coche y él la siguió, abalanzándose sobre la mujer y tirándola de espaldas contra el capó. El varón la sujetó con fuerza y le bajó la ropa interior, agrediéndola sexualmente --al introducirle los dedos ya se califica como si existiera penetración, aunque no la hubo--. Durante el transcurso del ataque, la mujer gritó y se resistió.

Tal y como relata el acuerdo alcanzado, él intentó darle la vuelta, aproximando su miembro viril a las partes íntimas de la afectada con la intención de penetrarla, aunque no lo logró porque no estaba en erección.

Como consecuencia de la agresión, la chica sufrió ocho hematomas en los antebrazos, brazos y codos. También padeció excoriaciones y erosiones en los muslos y en sus genitales. En el plano psicológico, tuvo un trastorno depresivo reactivo que requirió psicoterapia de apoyo cada dos semanas, precisando de 98 días para su sanidad en los cuales estuvo impedida para sus ocupaciones habituales. La mujer presenta como secuela del ataque un estrés postraumático moderado.