Vila-real cerró ayer las fiestas en honor a la Mare de Déu de Gràcia con una masiva procesión que sirvió para devolver a la imagen de la virgen al Termet, donde descansará hasta septiembre del 2017.

El volteo de campanas en la iglesia Arciprestal indicaba, poco antes de las 17.00 horas, que el acto estaba a punto de comenzar. Y, tras la ofrenda realizada por la reina de fiestas, Silvia Cantavella, y su corte de honor, centenares de vila-realenses emprendieron los más de dos kilómetros de trayecto hacia el ermitorio. Tampoco faltó a la cita el alcalde de la ciudad, José Benlloch, y el resto de la corporación municipal.

Como es habitual, durante el recorrido se sucedieron los cánticos a la moreneta, y se pudo escuchar el grito “visca la Mare de Déu de Gràcia” en numerosas ocasiones. A la altura del cementerio municipal, la comitiva hizo un alto en el camino para recordar, de forma solemne y silenciosa, a los familiares fallecidos.

ESCALINATAS // El momento cumbre llegó pasadas las 19.00 horas, cuando el numeroso grupo llegó hasta el paraje natural del Termet. Allí se produjo uno de los momentos más emocionantes, cuando los portadores bajaron las escalinatas que preceden a la entrada de la imagen en el pequeño templo que es su morada durante el resto del año.

Acabado el acto religioso, vecinos y peñistas se desplazaron de nuevo al municipio para poner el punto y final a alas celebraciones con la traca, el correfoc por las calles céntricas y el posterior castillo de fuegos artificiales. Se cerraban así diez intensos días de propuestas muy variadas y en las que los vila-realenses han tomado las calles pese al intenso calor de los inicios de septiembre. H