Es indudable que los altibajos de esplendor y decadencia que ha sufrido a lo largo del tiempo nuestra tradicional fiesta de la Magdalena, no han hecho sino confirmar la autenticidad de su significado y la realidad de su arraigo en el corazón de los castellonenses de las antiguas y las modernas generaciones.

El historiador Carlos Llinás, cronista de la ciudad, tras recordar la época de grandeza de la fiesta a mediados del siglo XVII y criticar los excesos lujosos entre 1880 y 1890, dejó dicho que ya en 1918 «la Romeria de la Magdalena ha decaído porque todas las manifestaciones populares tienen horas de fervoroso auge y de indolente tibieza». Cuando decía esto, nuestra fiesta sufría los efectos de la terrible crisis que para Castellón, con su economía ya basada en al exportación naranjera, llegaron los años de la Primera Guerra Mundial.

En 1917 y 1918 incluso se suspendió la Romeria oficial, que para no interrumpir la tradición tuvo lugar la religiosa, y el pueblo siguió acudiendo a la ermita en gran cantidad; pero el ambiente era triste por la situación, hasta el punto de que el periódico Heraldo de Castellón recogía algunas declaraciones de personalidades preocupadas por el futuro de la fiesta. En 1924, aunque el día de la Magdalena fue brillantísimo, tras realizarse algunos esfuerzos por parte del ayuntamiento, abriéndose entonces dos nuevos balcones en la ermita, dándose más premios a los carros engalanados, y resucitándose las ya casi extinguidas xiquetes del meneo, de las que salieron 30.

Aquella ráfaga de inquietud, resurge todavía más densa cuando los distintos aspectos de la vida local comenzaban a recuperarse. De momento la fiesta no acabó de resurgir totalmente y en 1940 y 1941 no pudo celebrarse algo tan consustancial como es la corrida de toros, aunque ya la afluencia de romeros a la ermita fue extraordinaria.

Dos personajes tan significados como Eduardo Codina y Manolo Sanz, dieron vida a unos carteles radiofónicos a través de Radio Castellón, que ya había inau-

gurado el 5 de febrero de 1940. Al los dos años, en 1942, los carteles insistieron en su incentivo hacia una fiesta de mayor brillantez, hacia unas fiestas mayores. Y se celebraron ya con toros de Pablo Romero, en una corrida tradicional. Y la ilusión y el empeño no perdieron fuerza, y ya en 1944 los carteles radiofónico alcanzaron una gran significación y eficacia. Y es que ya se incorporaron al empeño locutores como Ángel Sánchez Gozalbo, Salvador Guinot y Manuel Segarra Ribes, que fueron creadores de un exaltado castellonerismo, que trascendió del marco de la radio y se tiñó de ciudadanía.

Don Benjamín y las gaiatas

Lo cierto es que, al incorporar como alcalde de la ciudad Benjamín Fabregat, la comisión municipal permanente creó la Junta Central de Festejos de la Magdalena, y con su nacimiento, les festes de Castelló entraban en una nueva época, hasta llegar a su grandeza actual, que todos deseamos que continúe para que la semana grande siempre esté a la altura de lo que nuestra tradición exige y de que Castellón es capital de mayor rango.

Aquellos 21 castelloneros de la primera Junta Central, presididos por el entonces teniente de alcalde José Miazza se lanzaron inmediatamente a una ambiciosa tarea de creación y de organización, con numerosas y valiosísimas colaboraciones en todos los niveles. Lo que en un tiempo habían sido las llamadas gaiatas de barrio, cristalizaron en los monumentos de 12 sectores que habían de dar a la procesión histórica, y a Castellón nueva luz tradicional al llegar las fiestas.

Y se eligieron reina, damas de la ciudad y madrinas de la gaiata, cuyo primer acto de proclamación en el marco solemne del Teatro Principal, fue todo un anuncio y anticipo de lo que las fiestas pretendían ser. Con ello, cuando el 3 de marzo de 1945 inició su desfile la maravillosa histórica y folclórica, artística y rítmica del primer Pregó, creado por el fervor de Segarra Ribes, la muchedumbre agolpada en las calles se encontró ya con las fiestas soñadas por todos, apareciendo con brillo inesperado la exaltación de nuestro día más importante, el de la Magdalena, cuya nueva época se había puesto en marcha. Mañana se conmemorará su 75ª edición sin parón.

El afán de todo un pueblo

De todos modos, para que aquella restauración del esplendor de nuestras fiestas tradicionales y su lanzamiento hacia nuevos y más ambiciosos niveles llegara a realizarse en 1945, no sólo fueron precisas esas iniciativas y esfuerzos recordados, sino el fervor y afán de todo el pueblo de Castellón, desde siempre volcado en hacer del día de la Magdalena su fiesta más importante y por rodearla del rango y esplendor que en todas las épocas los castellonenses hemos creído merecer. Es más, esos mismos esfuerzos e iniciativas ya eran fruto de tales ansias y se mantienen año tras año en un afán colectivo y popular que a todos nos corresponde sostener con constancia inquebrantable, para que la festa sea el nostre millor Pregó.