s í Lledó son lágrimas de emoción en el último sábado de las fiestas de la Magdalena, este año más si cabe con la evocación en el mural de la ofrenda de flores del 650º aniversario de la Santa Troballa, ese momento mágico de 1366 cuando el humilde labrador Perot de Granyana encontró la sagrada imagen de la Mare de Déu en su advocación más castellonera.

Y así, el panel de la Ofrenda de flores, que fue confeccionado pausadamente por los miles de peregrinos que se acercaron a la basílica, fue dibujando la silueta de ese labriego de fe que marcó su impronta en la tradición castellonera.

La Junta de Festes se apuntó un tanto en buen gusto y simbolismo con un panel de flores blancas y rojas con la bandera de nuestro territorio y la imagen sagrada de la patrona castellonense.

Mientras, los ‘vestidores de la Virgen’, tradicionalmente miembros de la gaiata 1, aunque ya se han sumado integrantes de otros sectores, y este año con la incorporación por primera vez de una mujer, Bárbara Martínez Hauenstein, recogían los ramos de flores para esbozar el sentimiento, la palabra y la verdad de lo que representa esas horas de devoción a la Reina, Madre y Señora.

Un mural que, como por arte de ensalmo, se completó entre emociones y grandeza, cuando las reinas, Carolina y Lola, entregaron sus ramos. Comenzaba a atardecer en Castellón y el cielo jugaba entre sonrisas en un día pletórico de Ofrena. De sosiego. H