Sábado 4 de marzo de 1945. Es la fecha en la que se refundaron las fiestas de la Magdalena de Castellón, con un Pregó que, como contaba hace unos días en las páginas de Mediterráneo Elena Aguilar, salió de la plaza Fadrell. Un grupo de intelectuales, encabezados por Manuel Segarra Ribes, apostaron por una semana grande para la ciudad, que hiciera salir a la gente de sus casas, celebrar la fundación, del Castell Vell a la Plana, en una apuesta por la renovación que hoy ya es tradición y que, 75 años después, se festeja con similares parámetros, con el mismo espíritu de festa gran.

Calle, calle y calle. Las fiestas de la Magdalena se viven en la calle, consolidándose con los años como 100% participativas, abiertas, acogedoras, en las que la pólvora, la música, la gastronomía, se suman a la tradición, al orgull de genealogia que marca nueve días intensos, muy esperados, y que miran al cielo.

Después de semanas con temperaturas primaverales, no se espera menos en la primera parte de la semana grande de la ciudad, que muestra, orgullosa, sus parabienes, de la mano de los monumentos en esos 19 sectores que articulan el tejido del simbolismo máximo de la Magdalena: la luz, la gaiata, la festa tot l’any. 75 años, además, de fiestas de la luz, las de Castellón.

La meteorología, clave

Si hace buen tiempo, la Magdalena será buena. Mañana, con las despertàs y los actos más familiares, para los que no importa la edad, pero en los que los pequeños son los que mejor se lo pasan. Después, vermut, mascletá y a comer, con el Mesón de la Tapa y la Cerverza que, día a día, convierten la cocina en pequeño formato en exquisitez en la plaza España, entre otros, varios y muy variados.

Después, a los que les gustan, los toros; a los que no, el Circus, el Tombacarrers, el Desfile de Animación, el Desfile de Gaiatas, la feria, el mercat artesanal, o las carpas. A cenar, a la colla, o a la gaiata, o de vuelta al Mesón. Y, por la noche, a ver a los amigos, de colla en colla; o a los conciertos, a la plaza Mayor, al recinto, a las Aulas, a Luis Vives, o a los sectores… Un no parar.

Sábado y domingo, lunes festivo en la capital, y de martes a domingo de nuevo, Castellón es una ciudad con las puertas abiertas que habla todos los idiomas y que aprende a decir Bienvenidos,, Bun venit, Willkommen. Una Magdalena que cumple una década internacional y se abre a los cinco continentes… no solo en las visitas de todo el mundo, auspiciadas por una campaña turística contundente y una Feria Taurina con todas las figuras del momento que arrastra a mucho personal y llena los hoteles.

Fiesta de Castellón capital, Castellón provincia y Castellón por el mundo. Hasta Copenhague o Boston, Nueva York o Tokio llegarán los ecos de las mascletás en forma de whatsapp para los que quieren oler la pólvora aunque sea a través de la tecnología allí donde estén, y parar sus vidas durante 10 minutos intensos, trepidantes, catárticos, en los que solo la pirotecnia manda.

Colectivos con implicación máxima, unión en la festa, reivindicación por la renovación, en forma de Estatutos del Patronat, o actos, que este año dan un paso atrás y otro hacia adelante, de la mano de una nueva Junta de Festes. La premisa, la esencia, sea en 1945 o en 2019, es la misma: fiestas de calle, en la calle, y para la calle. Y, como apunta la alcaldesa, Amparo Marco, un revulsivo económico para la ciudad. Un motor que se engrasa en un Castellón que tiene ganas. A horas del Inici, Castellón ya vibra con lo que podrá ser… y seguro será, en l»as mejores fiestas del mundo», como apuestan las reinas del 2019, Natalia Palacio y Natalia Collazos. A vivirlas.