Tir de Colom de abolengo y de evocaciones en la más bella historia jamás contada de luz y fiesta como es la jubilosa jornada del tercer domingo de Cuaresma. Gaiata comprometida con su barrio de su estilo particular y siempre castellonero. Tir de Colom como juventud, ímpetu, entusiasmo, originalidad, alegría, dinamismo, innovación, bailes, música... fidelidad exacta en el devenir magdalenero.

Demarcación urbana en la que se respira Castellón puro y donde sus vecinos muestran su lealtad a las tradiciones más ancestrales de la ciudad. Tir de Colom (plaza del parque del Oeste y adyacentes) donde anida el fervor magdalenero. Enclaves urbanos que evocan el antiguo campo de tiro de pichón en aficiones cinegéticas del pasado más remoto de un pueblo rural como el nuestro.

Con el límite en el Hospital Provincial, por un lado, y en la avenida Valencia, por otro, y con la plaza Pintor Porcar (¿dónde están los bronces que adornaban el lugar?) transformada en epicentro, el núcleo urbano de la gaiata con el guarismo 17, que perfila un Castellón labrador y obrero, menescal y de pequeños comercios, sencillo y agradable y, sobre todo, con la fidelización a todo lo relacionado con el tercer domingo de Cuaresma y sus mejores atractivos formales y festeros.

Magdalena también se vive en la periferia. Calles como República Argentina, Félix Breva, Lepanto, Figueroles, Jorge Juan, Arquitecto Ros, plaza de las Comunicaciones, grupo La Paz, calle San Juan... trufadas de historia castellonera. Castellón de sabor popular y peculiar. Esencia de barrio, de convivencia fraterna entre vecinos que saben como nadie disfrutar de las fiestas mayores de la ciudad y, sobre todo, de los actos populares que organiza la gaiata 17, que está siempre dispuesta a ofrecer una programación colorista y de calidad dentro de la semana grande magdalenera.

Tir de Colom al servicio de la fiesta y sus propuestas son básicas para entender la Magdalena del nuevo milenio, de nuevos retos que hay en el horizonte.