Crèmor es, este año, puro barroquismo hecho minimal. Lo que parece una contradicción, es, en esencia, el culmen de la depuración de líneas en favor de la tradición más enrraizada con la del pasado año, aunque con una base estrictamente purista, que conecta con una composición circular. La comisión ha querido, así, rendir homenaje a la máxima representatividad de la semana grande.