Primera jornada del Magdalena Circus y primeras carcajadas, gritos de admiración y sorpresas, muchas sorpresas. Centenares de niños asistieron a los primeros espectáculos de un festival que estas fiestas cumple 20 años de vida con una salud envidiable, convirtiendo a Castellón en capital del teatro de calle, aunque sea por unos días.

En el debut en la plaza Huerto Sogueros hubo dos propuestas muy distintas entre sí, ambas presentadas con grandes dosis de humor por Cristina Solé, cuyas apariciones casi pueden ser consideradas obras con entidad propia.

Una de ellas es la que trajeron La Banda de Otro, un hilarante trío sevillano que apuesta por espectáculos dinámicos, en los que la interacción con el público es clave. También lo es la constante presencia de la música, pues sus componentes manejan diversos instrumentos de cuerda.

No obstante, lo que más sorprendió a niños y mayores fueron los malabares. No solo por el dominio de la técnica, sino, sobre todo, por los niveles de coordinación que logran los tres actores.

OTRO RITMO // La otra propuesta fue la de Shakti Olaizola, muy distinta a la anterior. Su obra Irakurriz es una oda a la lectura y a los viajes imaginarios que permiten los libros. Con objetos cotidianos vinculados a esta práctica, la artista vasca es un ejemplo de armonía sobre el escenario. Sus movimientos son calculados, acompasados, y, al verla, es evidente que, además de una buena clown, es una gran contorsionista.

Magdalena Circus vuelve hoy a las 16.30 horas con Fakir Testa y La Banda de Otro, que repite.