Un repaso a 75 años de música para rendir tributo a la 75º edición de las fiestas de la Magdalena. Las collas de Castelló salieron a la calle por segundo año consecutivo para desfilar y reivindicar protagonismo en la semana grande. 140 collas, en un centenar de carros. Unas 2.500 personas bailaron al ritmo de la década y del género escogido, en un recorrido con la música como hilo conductor. Así lo idearon desde la Federació de Colles, según su presidente, Pepe Beltrán, quien detalló que uno de los principales cambios de esta segunda edición ha sido la variación del itinerario, con salida en la calle Sant Roc y meta en Ruiz Zorrilla. El II Desfile de Animación de Collas y Carros Engalanados tuvo también su toque reivindicativo, con carteles en muchos de los carros en los que se podían leer Els carros també som Magdalena o Los carros no son un problema, son una tradición, reclamando así que se les tenga más en cuenta, después, además, del malestar ocasionado este año en la Tornà, donde un error de coordinación desembocó en que la mitad de los vehículos no pudiera tomar parte en el evento.

Al margen, el buen ambiente fue la tónica dominante de un trayecto que duró más de dos horas, en el que destacaron las faldas de tul -naranjas, azules, moradas, verdes o rojas-, las pelucas multicolor y las guitarras, las imitaciones de Grease o de cuadros flamencos, de rockeros, de heavys y de punkis. Con música en directo, de dolçaina i tabal, o de potentes equipos en los carros.

Imaginación al poder

Las collas destilaron imaginación. Els Borinots, vestidos de payasos, con camiseta, bombín y nariz rojos; Ala Marcha, con un homenaje a México y a la película Coco; los Masovers, discotequeros, de azul y gris eléctrico; Trampellots, con pelucas multicolor; Collacau, con poncho y gorro mejicanos; La Figa de ta tia, con pelos de colores y faldas de tul, de los años 80; o Saragüells, con túnicas blancas, como tributo a Los Inhumanos. Son solo un ejemplo del derroche de ingenio.