Farola-Ravalet encarga su monumento a Vanesa Pérez, que carga de simbolismo y de recuerdos la tradición más castellonera. Sembrado con los elementos más importantes de la gaiata ‘de llum, sense foc ni fum’, su estructura marca la diferencia con una vertical que genera varias salidas hacia el infinito en las que se conjuga un juego de la iluminación espectacular y lleno de imaginería.