Radiante, hermosa y sensiblemente emocionada por ostentar un cargo que «jamás pensaba que llegaría a ocupar», la reina de la Magdalena del 2017, Estefanía Climent Moreno, se dirigió al món fester para agradecer «el duro y abnegado trabajo» que realizan todos aquellos que posibilitan que Castellón cada año «se inunde de luz y de color».

Ante la miradas de los numerosos asistentes que abarrotaban un engalanado Palau de la Festa, la monarca magdalenera centró su tradicional discurso en la figura colectiva de la gaiata, «elemento diferenciador de nuestras fiestas» y «luz que nos guía a todos hacia una intensa semana de alegría». En el acto que sirve, al mismo tiempo, como colofón a las respectivas presentaciones de los sectores y como preludio del tercer domingo de Cuaresma, Estefanía quiso poner el acento en el preciado significado que tiene formar parte de una gaiata.

No en vano, «ser gaiatero es algo más que ser un festero», pronunció la monarca como muestra del alto grado de pasión y esfuerzo que implica ser partícipe de un colectivo de semejante calado durante todo el año. En ese sentido, la máxima representante de las fiestas especificó que «no solo se viven intensamente nueve días de fiesta grande: se viven 365 días de apasionado y visceral sentimiento castellonero». Y es que, según Estefanía, ser gaiatero es mucho más que una etiqueta. Es «una filosofía de vida, una manera altruista de ayudar, que, cuanto más lo pruebas, más te engancha», confesó la joven monarca por experiencia propia.

En especial, ahondando en el organigrama del icono festivo que son las gaiatas, Estefanía también tuvo unas palabras de cariño para la verdadera alma de las fiestas: las damas y las madrinas, protagonistas del elegante homenaje que les rindió el món fester. La reina las definió como «el engranaje dinamizador de cada uno de los sectores», a quien les mostró su más sincera admiración por «ser capaces de sortear los rigores económicos que tanto nos encorsetan y conseguir que en todos los rincones de nuestra ciudad se pueda disfrutar de nuestra semana grande».

Y así, de forma súbita, el silencio atronador que imperaba en el Palau se convirtió en un torrente de aplausos. Si el público había enmudecido totalmente minutos antes para escuchar el parlamento de la máxima embajadora de la cultura castellonera, los asistentes respondieron a sus tiernas palabras con una calurosa y multitudinaria ovación, deseosos de la llegada, un año más, de las añoradas fiestas fundacionales de la ciudad.

Si bien el discurso de Estefanía fue el epicentro de todos los flashes, también cabe destacar el trabajo y el sacrificio de las respectivas comisiones, las cuales estuvieron personificadas en las damas y acompañantes que forman parte de las cortes de honor de las madrinas. Fruto de su protocolario desfile, una imponente pica de flores fue llenándose gracias a los claveles que fueron depositando las diferentes jóvenes a medida que subían al escenario, como metáfora de la tradición, la belleza, la fiesta y el orgullo castellonero.

Pero el fastuoso tributo a las gaiatas y a las damas de sector no quedó ahí, pues la música, las imágenes y los colores confluyeron en perfecta armonía para aportar esa dosis de vistosidad que toda gala de gran elegancia necesita. A poco más de 20 días para el esperado inicio de la Magdalena 2017, la reina de las fiestas y, en extensión, el món fester, empezaron la cuenta atrás para la llegada del tercer domingo de Cuaresma. Y es que, si Estefanía aseguró en el final de su discurso que «su corazón está colmado de gaiata», el del resto de asistentes al acto no lo estaba menos, mientras la tradicional Què boniques són les gaiates retumbaba por el Palau de la Festa, invadiendo al público de espíritu magdalenero.