El Coso Multicolor de Castellón es heredero directo de la antigua batalla de flores. Con orígenes en la Renaixença, estas celebraciones tenían como objetivo una exaltación de la primavera y, por ende, de la alegría, de la vida y del amor.

De corte romántico, significa la consumación de los heraldos y blasones que aúnan belleza y distinción en tiempos pasados de esplendor y alambicados jardines.

Una fiesta universal porque batallas de flores se siguen celebrando en todo el mundo como expresión máxima del lujo, las alharacas, los diamantes y las esmeraldas, y también los lapislazulis, como aforismo de beatitud y mujeres vestidas de gala.

Batallas de flores hay muchas. En España y en el todo el orbe. Laredo, en Cantabria, en el mes de agosto, con más de cien años de antigüedad; Oviedo, en el Día del Principado de Asturias, el 8 de septiembre; Albacete, también en esta fecha, con motivo de la festividad de su patrona, la Virgen de los Llanos; Murcia, en sus fiestas de la Primavera, al día siguiente del Bando de la Huerta; Córdoba, en fiesta de los patios Cordobeses, en mayo; Burriana, en septiembre; València, que cierra su Fira de Juliol; Barranquilla (Colombia), en su Carnaval, Niza, también en sus Carnestolendas... Todas ellas de carrozas y venturas grandilocuencia.

Universales y espléndidas, rinden culto a un camino de gloria bendita como lenguaje común de enamoradizos paisanajes en el discurrir de los tiempos.