Toreo y fiesta. Un binomio indisoluble que resume a las mil maravillas la esencia del imperdible Rincón Taurino, el espacio magdalenero en el que, con permiso de la hermana plaza de toros, el astado y el buen rollo son siempre los protagonistas.

La Fira del Bou lo corroboró ayer de nuevo, aún más si cabe, recibiendo con los brazos abiertos a centenares de aficionados que hacían tiempo mientras contaban los minutos para ver las expectantes corridas de El Fandi, Manzanares o Roca Rey, o bien tomarse unas copas después del festejo con el mejor ambiente rumbero.

El Rincón aprovechó el tirón del potente cartel de la jornada taurina para sacar músculo y lucir una estampa repleta de vecinos y visitantes ávidos de fiesta. Y es que eran prácticamente mayoría los asistentes de otros municipios castellonenses respecto a los residentes en la ciudad, ya que el alto nivel de los toreros que participaban en la corrida, unido a la llegada del fin se semana, animaron a multitud de personas a visitar ayer Castelló y, entre muchos quehaceres, acercarse al Rincón. Una carpa de hermandad con el culto al bou como santo y seña y en que toda la familia, independientemente de la edad, es más que bienvenida para tomar un refrigerio o conocer los productos de sus casetas.