La luz de la gaiata 10, plaza María Agustina y calles adyacentes, se mide por su hermosura. La comisión puede presumir perfectamente de contar con un paisaje (y también paisanaje) de ensueño, con una fisonomía urbana que une mediterraneidad y los orígenes labradores, ya no solamente del barrio sino también de la propia ciudad de Castellón. Un sector en el que la primavera es constante y las enhiestas palmeras se alzan en protagonistas directas del devenir ciudadano diario.

Por supuesto, con la avenida de Capuchinos, cuyo nombre evoca el primitivo convento de la orden menor franciscana, y que se asentaba en la confluencia del vial con la plaza María Agustina. Bulevar de les palmeretes, en el román paladino castellonense y donde las antiguas casas y palacetes decoran el día a día de la asociación de luz que tiene el guarismo 10. Barrio de 10 con la avenida de Lledó, suntuoso paseo también con palmeras y que lleva hasta la basílica de la patrona de la ciudad.

Y en este recorrido urbano no se puede dejar de citar sus amplias calles, como San Isidro Labrador, Miguel Servet, Doctor Ferrán, Táxida, Santa María Rosa Molas, Bernat Artola, Alicante, Lleida, Alcalde Tárrega, El Piog, Estatut, Camí la Plana...

Ni tampoco hay que olvidar recoletas placetas con encanto que suman más si cabe la belleza de un enclave con personalidad propia en Castellón. Donde la ciudad turquesa y naranja adquiere los colores del azahar y de la tradición, sin rechazar el futuro de esplendor en una urbe que crece y crece sin desmayo.

Teniendo en cuenta, además, que este futuro renace con fuerza en la asociación de luz de la gaiata 10, uno de los colectivos esenciales y fundamentales de las fiestas de la Magdalena. Y es que, como recalca la presidenta de la comisión, Eugenia Gasch (ver página 2 del suplemento), «sin gaiatas no hay Magdalena» y por ello «hay que volver a poner en valor» a todas las comisiones de sector de la ciudad.