Ningún rincón de la ciudad se escapa a la evidencia. Castelló está de fiesta. Su semana grande por excelencia. Las calles son el reflejo de los sonidos, los olores y los colores que conforman una partitura repleta de tantas notas como oportunidades, en el programa oficial y fuera de él, porque existen dos Magdalenas y las dos conviven para dar sentido a su razón de ser.

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Mientras las autoridades locales, encabezadas por la alcaldesa, Amparo Marco; el concejal de Fiestas, Omar Braina, y el presidente de Les Corts, Enric Morera; acompañados por las reinas Natalia Palacio y Natalia Collazos, recibían a las festeras --entre las que se encontraba la Bellea del Foc de Alicante--, miles de personas tomaban las calles en una puesta en escena que no por repetirse año tras año está exenta de actualidad, porque cada Magdalena es idéntica y completamente diferente a la anterior.

Una contradicción justificada en que los actores de esta gran puesta en escena acumulan experiencias que les obligan a repetir o a incitar a otros a que se sumen a esta gran manifestación popular de júbilo colectivo.

Así son las fiestas fundacionales de Castelló, un compendio de formalismos, solemnidad, tradiciones, ruido de petardos, música de charanga, risas, gentíos aquí y allá. Y lo mejor de todo es que solo acaba de empezar.