Propietario: Joaquín Núñez del Cuvillo.

Divisa: Blanca, roja

y verde.

El año pasado fue la corrida de toros peor presentada de toda la feria, una espinita que el ganadero quiere quitarse esta vez con un encierro de mayor trapío, tal y como se merece una afición que es exigente en cuestiones ganaderas.

Tras superar un pequeño bache, la divisa gaditana sigue siendo la apuesta de las grandes figuras en la mayoría de las ferias y en acontecimientos importantes, puesto que es una ganadería de gran regularidad que ha lidiado a lo largo de toda la historia toros para el recuerdo. Por nombrar alguno de los últimos, a todo buen aficionado le viene a la memoria el nombre de Arrojado, el toro de Núñez del Cuvillo al que Manzanares indultó en la Real Maestranza de Sevilla. Esta tarde en Castellón, Manzanares y los cuvillos vuelven a encontrarse. Ojalá que de nuevo tengan tanta suerte y el alicantino cuaje una de esas faenas de ensueño y categoría.

El toro de Cuvillo, además de ser tan querido por las figuras, es muy respetado por los aficionados más exigentes, que ven una ganadería encastada. Y es que Cuvillo, con la amalgama de tres sangres, Domecq, Núñez y Osborne, ha logrado crear un toro con personalidad, tanto en juego como en fenotipo. Son animales de gran variedad cromática, más bien recogidos y de tamaño reducido, poco enmorrillados pero muy serios y ofensivos. Y es que los ganaderos, Joaquín y su hijo Álvaro, siempre han defendido que el toro encastado debe tener un tamaño medio.

El 2017 va a ser un año crucial para Cuvillo, ganadería anunciada en casi todas las ferias y con las figuras, donde deberá constatar por qué es uno de los hierros más importantes del momento.