Tarde tediosa. Gris. De las de bostezo continuado. De las que los buenos aficionados se agarran a detalles aislados, que los hubo, para justificar las más de dos horas y media de sopor. Pero para el gran público, de las que te dejan sin ganas de volver durante un tiempo. Un festejo de los que pesan, de los que, a pesar de que uno empuje, nunca acaban de tomar vuelo y terminan contagiándote para mal. Al acabar el festejo, por mucho que uno intentara rebuscar, era difícil encontrar un momento o un detalle de los que quedan grabados. Mejor hacer borrón y seguir esperando, porque el toreo es cuestión de paciencia.

El Cid abandonaba la plaza feliz. Fue recibido y despedido con cariño por la afición. Castelló lo arropó en su última tarde en esta plaza, desde que se rompió el paseíllo, con una ovación alentadora, hasta que salió andando con una oreja en el esportón, emocionado a la vez y consciente de que ya no volverá a pisar este ruedo vestido de luces.

Faena de largo metraje la de Manuel Jesús al primer toro de la tarde. El del Pilar, un castaño muy en tipo de esta divisa, alto y huesudo, embistió con templanza y buen tranco pero le faltó humillar, emplearse más por abajo. Lo trató con suavidad el de Salteras, sin tirones y a media altura, y solo al final lo obligó más. Hubo menos acople al natural, por donde el animal embistió más rebrincado al no estar sobrado de fuerzas. Curiosamente, la izquierda que tantas tardes de triunfo le dio a su toreo, esta vez naufragó sin alcanzar las cotas deseadas. Faena aseada, en la que por momentos se desmayó el torero, caído de hombros, sobre todo a derechas. Remató con una estocada desprendida y fue silenciado. El público todavía no había entrado en materia.

Sacó al ruedo a Juan José Padilla para brindarle el cuarto toro de la tarde. El jerezano, retirado ya de los ruedos, ha vuelto a una tierra donde se le quiere, y así lo demostró la ovación con la que lo recibieron mientras caminaba por el callejón de camino a su burladero. Emotivo el brindis de dos toreros que han llegado a la etapa final de sus carreras.

Salió dispuesto El Cid, que en la primera tanda de muleta al cuarto se metió de lleno al público en el bolsillo. Vibrante el inicio por la acometividad del toro. Ligó Manuel Jesús casi sin soltar, atalonado en un palmo. Lo citó en la distancia larga y aprovechó la inercia del buen toro del Pilar para llevarlo largo sobre el pitón derecho. Bravo el toro, con empuje. Bajó de intensidad la faena al natural y, lejos de volver sobre la diestra, buscó amarrar el triunfo con concesiones a la galería. Acabó con circulares y desplantes nada habituales en su repertorio, antes de matar de una estocada algo desprendida que le puso en sus manos la primera y única oreja de la tarde.

De vacío

Si bueno fue el cuarto, mejor el sexto. Los dos toros de la tarde de la bien presentada corrida de El Pilar. Apuntó ya de salida su buena condición este cierraplaza, que tomó el capote por abajo y con recorrido, con calidad sobre el pitón izquierdo. Tras una buena pelea en varas, galopó en banderillas, donde se pudieron lucir Iván García y El Sirio. Sensacional Iván García, que una vez más se posiciona como firme candidato al trofeo Manolo Montoliu. Iván García tomó la alternativa en esta plaza el año 2003 y hace apenas unas temporadas cambió el oro por la plata, convirtiéndose en un excelente banderillero. Los dos pares de palitroques que le enjaretó al del Pilar fueron de lo poco resaltable de ayer.

Este sexto fue toro pronto, de galope franco y con pujanza. Román corrió bien la mano y lo llevó sometido por abajo. Algún natural tuvo buen dibujo, pero su labor no acabó de encontrar el calor del público y acabó diluyéndose. Labor de abundantes muletazos, aunque sin que toro y torero encontrasen la mejor conjunción posible.

Manseó en los primeros tercios el segundo de la tarde, que salió escupido del caballo dando coces. Apretó en banderillas con viveza, llegando a coger sin consecuencias a Jesús Arruga en el par de banderillas, y eso que el de Cariñena es un portento de facultades. Comenzó la faena López Simón en terrenos de toriles doblándose por abajo, hasta que logró sujetarlo y le plantó batalla en los medios. Tomó alguna embestida buena por abajo, pero fue solo un espejismo, se afligió pronto el desrazado animal. Mató de buena estocada el de Barajas.

Muy venido a menos el quinto, López Simón buscó pronto los terrenos de cercanías, donde pareció encontrarse más a gusto. Allí logró conectar más con el público en una labor de largo metraje y muy voluntariosa, pero desangelada. Pinchó antes de amarrar una buena estocada arriba. Antes, en banderillas, se desmonteraron Vicente Osuna y Jesús Arruga.

No fue tarde para el recuerdo. Faltó esa emoción que, de distinta manera, siempre ha caracterizado a toreros como Juan José Padilla o José Tomás, ambos presentes ayer en la plaza de toros y que causaron sensación. ¿Más que los que se vistieron de luces? Tal vez. El torero de Galapagar acudió a la plaza acompañado por su apoderado, Salvador Boix, y presenció el festejo desde una naya de sol, camuflado con gorra y gafas de sol. Algunos aficionados captaron su presencia y no dudaron en fotografiarse junto a él. José Tomás no quiso perderse el juego de los toros de una de sus ganaderías predilectas: El Pilar, hierro que eligió para su reaparición en Valencia en 2011 tras la grave cogida de Aguascalientes.