Aunque a uno a veces le flaquee la confianza con respecto al futuro de una Fiesta que quieren abolir los que por contra se declaran abanderados de la libertad y atentan contra un espectáculo legal, cultural y avalado por la Constitución, tardes como la de ayer te devuelven la ilusión y la sonrisa. Levantar la mirada y ver la plaza de bandera, rebosante de un público con ganas de disfrutar y pasarlo bien con este espectáculo, te viste de optimismo y evidencia una realidad irrefutable: Castellón es taurina, pese a quien le pese. Lo demostró esa marea de 10.000 personas que inundó el 15 de febrero del 2015 la capital y lo avalan durante cada día de feria las otras casi 8.000 almas que van a la plaza, siempre bajo el paraguas del respeto y la educación que no muestran otros que vociferan odio, vandalismo e intolerancia. ¡Basta ya!

Salvo el incidente de un grupo de personas que atentaron contra la libertad y que fueron detenidas por los cuerpos de seguridad nacionales, el resto del festejo se vivió en tono festivo, ayudado en gran parte por la buena temperatura que convertía el espectáculo en una tarde ideal de toros, con sol y moscas incluidos. El público se divirtió y disfrutó ante la disposición de los tres novilleros, tres aspirantes a toreros que serán el futuro de esta Fiesta y que aseguran su continuidad.

Los novillos de Peña de Francia, ganadería propiedad de la familia Matilla, fueron la materia prima ideal para que los tres novilleros pudieron poner sobre la mesa sus cartas. El tamaño adecuado, diría que demasiado adecuado, la embestida noble, sin una mala mirada ni ideas perversas, con las fuerzas justas, con la calidad que atesora esta divisa que tanto se disputan las figuras en las ferias. Los novillos soñados para un compromiso tan importante. Salvo quinto y sexto, que resultaron algo menos enclasados que sus hermanos, el resto fue un manantial de nobleza para poder hacer el toreo que cada uno siente en el alma.

Feliz resultó el debut de luces del alumno de la Escuela Taurina de Castellón Héctor Edo. Aunque todavía con bastante bisoñez y poco rodaje, se le atisba corazón, voluntad, amor propio y entrega, que son armas imprescindibles para poder abrirse paso en una profesión tan larga en la que uno nunca acaba de aprender. Sobre esa base, llegarán después momentos en los que pula muchos aspectos y matices, al fin y al cabo, lo de ayer sólo era un examen de alguien que está empezando.

Bien vestido iba el de Burriana. De inspiración cordobesista, o mejor dicho y salvando las distancias, buscando ese estilo tan personal de uno de los que mejor visten en la actualidad: Finito de Córdoba.