Ayer la plaza de Castellón vivió la auténtica fiesta de los toros, la que suple clase por ambición y oficio por entrega. Ayer tres chavales que sueñan con la gloria del toreo forjaron un nuevo eslabón en la cadena que debe llevarles al sueño de su vida. La estadística está en su contra, pero eso es lo de menos porque cuando los ves con la muleta en la mano y la decisión en el semblante todo parece posible.

Ayer, la afición de Castellón abarrotó los tendidos para arropar a estos chavales, a los que nadie conoce, pero a los que apoyaron como si de figuras se tratase. A los que aplaudió en cada lance y en cada revolcón, que de todo hubo. Es una afición de la que sentir orgullosos.

Y ayer, sobre todo, descubrieron a un chaval de Málaga que atiende por Rafael León y que, pese a su bisoñez, toreó como los ángeles. Y a nuestro paisano Héctor Edo, que cada vez anda más suelto con los palos y más puesto con la muleta. También al murciano Ramón Serrano, que lo dio todo en su segundo. Y por supuesto a los añojos de Daniel Ramos, unos animales con casta y bravura para parar un tren. Alguno, a toro pasado, lamentará habérselo perdido porque el espectáculo lo valió.

Pero la tarde deparó más y tras el festejo la peña femenina La Revolera conmemoró sus bodas de plata con la presentación de un libro en el que recogen un resumen de estos cinco lustros. Una cuidada publicación en la que está lo más importante de la historia provincial taurina de 25 años.

Si para cualquier peña llegar a esta efeméride es un hito, para una peña de mujeres tiene un mérito incuestionable. Si uno se para a recapitular sus conferencias, trofeos de cerámica taurina y tantas cosas que han aportado al mundo no queda más que descubrirse y felicitarlas sinceramente.