El cóctel de lunes festivo, tarde calurosa y corrida de rejones a escasos metros fue ayer sinónimo, como cabía esperar, de un magnífico ambiente de hermandad y regocijo en el Rincón Taurino y la Fira del Bou. No fueron pocos los que, independientemente de su lugar de procedencia, acudieron a este enclave situado en el parque Ribalta que se erige como punto de encuentro de los aficionados a los toros.

Ya fuera a tomar algún refrigerio, adquirir algún suvenir con sello taurino o montar un improvisado picnic en sus mesas, toda razón es buena para dejarse ver por el recinto. Con sabor jienense fue especialmente la visita de Joaquina, Noelia, Francisco, Ángel, Leyre, Sergio y María José, familia y amigos procedentes de los municipios de Bélmez de la Moraleda y Santo Tomé (ambos en la provincia de Jaén), que visitaban la Fira minutos antes de ir a la plaza para ver el rejoneo. «Este sitio es ideal para los taurinos. Paseas con la familia y te tomas algo para abrir boca a la espera de que comiencen los toros. Está muy bien pensado», indicó uno de los miembros del heterogéneo grupo de aficionados.

Misma impresión compartían Sonia, Digna, Lucía y Candela, las cuatro de Almassora, que cogían fuerzas para lo que estaba por venir durante el resto de la tarde. «Hace un día espléndido y el ambiente está muy bien, qué más se puede pedir», dijeron.

Foto de recuerdo

Más allá de la animada barra y las casetas con decenas de artículos, uno de los puntos que más interés despertaba en el Rincón Taurino fue el de las cabezas de toros con ruedas, que suelen hacer las delicias de los más pequeños en las corridas infantiles. Mientras pasean por la carpa, Laia y Raquel piden a su padre, John, que les haga una foto con las grandes reses de plástico. «Porque están las peques; si no, seguro que iba a ver los rejones», relató el progenitor, que se declara un gran seguidor de la tauromaquia.

A escasos centímetros, sobre el mural con sendos agujeros para que los visitantes puedan introducir sus caras para la protocolaria foto taurina, Ana Patricia, oriunda de Colombia, y Fulgencio, proveniente del municipio de La Cava (en el Delta del Ebro, en Tarragona), insertan sus rostros con una gran sonrisa. «Hemos venido a pasar el día, pero no nos importaría quedarnos toda la semana. Nos encanta este tipo de fiesta», dijo Fulgencio.

De esta forma, un día más, el Rincón Taurino se erigió ayer como el campamento base para todos aquellos aficionados que quieren calentar motores cara a la corrida de toros, ofreciendo el mejor tardeo posible: buena música, buen ambiente y mejor espíritu de hermandad.