romeria popular. Como siempre, pero repleta de novedades en gestos, actitudes y maneras. Con una alcaldesa, Amparo Marco, vestida a la antigua usanza (primera autoridad municipal en la historia de Castellón ataviada de forma tradicional en la peregrinación al Castell Vell); con un equipo municipal de gobierno que no entró a la iglesia mayor y esperó fuera al clero, en aras a la laicidad constitucional del Estado (hacía 24 años que no se producía tal hecho); y teniendo el beneplácito del obispo de la diócesis, con un conseller de Educación, el castellonense Vicent Marzá, también con indumentaria propia y pairal, con los ‘pregoners’, Santi López y Hugo Sánchez, abriendo el camino de rogativa a las madrinas, damas de la ciudad y reinas...

Castellón empuñó su caña verde, en forma de 100.000 romeros que desafiaron el frío reinante para abrazar la tradición y la epopeya en forma de leyenda. ‘Riu de canyes’ que transformaron el camino hacia el Castell Vell en un mosaico de júbilo, color y esperanza.

El hall del Ayuntamiento de la capital de la Plana se convirtió en punto de encuentro de las autoridades, con la alcaldesa de la ciudad, Amparo Marco, quien recibió al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, así como al ya citado Marzà, y la consellera de Vivienda, María José Salvador. Asimismo, estuvo el subdelegado de Gobierno, David Barelles, el presidente de la Diputación, Javier Moliner, y la practica totalidad de la corporación municipal, con los ediles Sara Usó, de Fiestas; y Enric Porcar, de Educación, ataviados con indumentaria regional.

Y envueltas en un halo de esplendor y mecidas por el aplauso de los castellonenses, las reinas de las fiestas, Carolina Tárrega, la de la dulce y sosegada sonrisa, y Lola Marco, luz en los ojos y en sus cabellos, iniciaron una andadura sin marcha atrás hacia el solar de nuestros mayores. Plaza Mayor, Colón, ‘carrer Major’ , María Agustina, ‘Palmeretes’, Primer Molí, Segon y así, hasta la perderse la comitiva por la huerta, la romería de ‘les canyes’ arrancaba la consagración de la primavera al castellonense modo. Si la alegría fuera un color este sería el del verde magdalenero. El esmeralda. H