Castellón vivió un tercer domingo de Cuaresma cargado de fervor religioso. La peregrinación de vuelta desde la Magdalena paró primero en la capelleta de Lledó; y en Sant Roc de Canet, con la recepción por el ermitaño, gozos y la ‘dansà’; y el reparto de ‘rotllets’ de la Colla Pixaví. La Tornà siguió hasta la visita al convento de las Carmelitas, los gozos y la pausa en el asilo, con la reliquia de la Magdalena. Ya en el Lledó, salió el capellán Joan Güell, y se ofrecieron los gozos y la salve. Al paso por calle Santa Rosa Molás, mascletà hacia el Forn del Pla. Allí esperaban la Cofradía de la Sangre, organizadora de les Tres Caigudes, acto de gran devoción. Frente a la capelleta, tres clavarios portaban la Cruz de Adsuara. También estaban Na Violant y les dones, y la Germandat de Cavallers. Sonaron los disparos de la guardia rural anunciando a los romeros. Y se acercó el obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López Llorente; el vicario de Santa María, Ángel Cumbicos; y el prior del Lledó, Josep Miquel Francés; la reina de las fiestas, Carolina Tárrega; y la alcaldesa, Amparo Marco.

Les Tres Caigudes culminaron con los cuatro pequeños y sus tres genuflexiones consecutivas, como gesto de fe en Dios. Como la Virgen María, María Sebastián Roca; de María de Cleofás, Lucía Muñoz Queral; de María Magdalena: Alejandra Valls Arcusa; y como San Juan, Salva Romero Felip. Mucha emoción, antes de que la procesión de los penitentes tomara rumbo al centro de la fe castellonera. H