L’Espartera es tradición popular. La demarcación urbana está marcada por el Castellón de antaño, el castizo cuya memoria colectiva de recuerdos se mantiene inalterable con el paso de los siglos. Con la evocación de ‘l’antiga sèquia major’, canal de aguas que atravesaba la hoy flamante calle Gobernador Bermúdez de Castro, uno de los principales viales de comunicación en la ciudad.

Un barrio de resonancias agrícolas y de pequeñas tiendas que han ido configurando el día a día de unos vecinos que, cuando llegan las fiestas de la Magdalena, se vuelcan con su gaiata, la de la avenida del Mar y calles adyacentes, que mantiene su fuerza y empuje en el ámbito de los festejos mayores de la ciudad.

Castellón es Espartera en clave 9, con las referencias a los festejos populares de Sant Roc de Vora Sèquia, la esencia carismática de les festes de carrer.

Pero también con el futuro esperanzador de una ciudad que crece, con esa avenida del Mar que mira hacia el infinito con su TRAM, ejemplo de transporte público, cada vez más utilizado por los castellonenses como nexo de unión entre el centro urbano y el distrito marítimo del Grao.

L’Espartera con historia jalonada de triunfos y recuerdos, con monumentos gaiateros de gran belleza, como el realizado por el genial Vicente Ramos en 1986, cuando el sector 9 alcanzó el primer premio del concurso oficial de gaiatas (el jurado decidió por unanimidad que el monumento era el mejor de aquellas fiestas), en una obra de artesonado barroco y tenue luz alegórica. Era presidente de la comisión el incombustible Javier Roig, actual miembro de la Junta de Festes. Desde entonces, el sector 9 nunca ha obtenido este ansiado primer premio del concurso.

Y, por esta senda del podio festero, la asociación presidida ahora por Gonzalo Cabedo quiere reverdecer viejos laureles con el compromiso incontestable al tercer domingo de Cuaresma en la noche que se convierte en claro día con las gaiatas.