En la distribución de las calles por sector, al guarismo 7 le tocaron en su día la plaza de la Hierba, la calle Colón --dio el primer nombre a la gaiata, bajo el título sector Colón y adyacentes--, también la plaza Mayor, la calle Caballeros hasta la de la Enseñanza, la calle Mealla, el tramo de Isabel Ferrer hasta Antonio Maura, Cervantes, y trocitos de la calle Gràcia, Enmedio y Alloza.

El emplazamiento del sector 7 era antaño donde se ubicaba el servicio administrativo a los ciudadanos, edificios que simbolizaban el corazón de la ciudad y, por ende, el cambio de nombre a Cor de la Ciutat surge de esas raíces.

El área engloba desde sus inicios la iglesia mayor de Santa María, el ayuntamiento y el Fadrí, símbolo capitalino que podía verse prácticamente desde todo el término municipal. Toda una construcción de referencia para los vecinos desde hace más de cuatrocientos años.

Con la reorganización del territorio castellonense, allá por el año 1943, el sector incorporó la calle Gobernador, que por aquel entonces abrazaba el monasterio de las Capuchinas, cerrado en el año 2012 ante la falta de devotos. En un primer lugar, instalaban la gaiata en la plaza de la Hierba y más adelante fue trasladada a su emplazamiento actual, dentro de la plaza Cardona Vives.

Cor de la Ciutat es uno de los sectores con más arraigo y solera de la capital castellonense. Tradición porque en el sector 7, ubicado en la plaza Cardona Vives y adyacentes, se encuentran algunos de los monumentos más importantes de toda la capital de la Plana, lo que imprime a sus calles un carácter distintivo y obliga a sus habitantes a conservar la esencia de esa ciudad que al mismo tiempo, y sin que sea contradictorio, no renuncia a ser punto de encuentro de toda la provincia desde sus calles más comerciales. Ahí están el ayuntamiento, la Llotja del Cànem, el Fadrí o la concatedral de Santa María.

Porque el Cor de la Ciutat es sinónimo de casco histórico y su comisión encarna la más pura tradición castellonense.