El Grau, el distrito marítimo donde se perfila toda la paleta de azules, gama pictórica del Mediterráneo que recibe la luz de la gaiata 12, el Grau de Castelló.

El sector comenzó siendo un pequeño núcleo de casas de pescadores, si bien hoy en día constituye uno de los barrios con más proyección y con un desarrollo industrial muy importante. Cerca se encuentran la refinería y la central térmica, así como el puerto y su actividad con la importación y exportación de todo tipo de productos. Y es que Castelló respira de su mar, aguas tranquilas y azuladas que asientan su autenticidad en la inmensidad de un pueblo costero, el del Grau, con personalidad propia.

En el inicio de las fiestas capitalinas, el monumento de la gaiata se emplazaba en el paseo Buenavista y, a posteriori, la estructura de luz cambió su ubicación a la conocida plaza del Carmen.

El guarismo 12, el sector con sus fiestas de Sant Pere, las del comienzo del verano, puntual, fresco y, a la vez, solemne y arraigado, en honor al patrón pescador, el de las llaves del Reino de los Cielos, y que configuran el escudo de la comisión y, por ende, el de la gaiata 12, con singularidades propias en el ámbito de las gaiatas. Y es que el Grau venera las fiestas supremas de la capital de la Plana, la Magdalena.

Sin olvidar el Grau de Carnaval. Porque si hay algún enclave de la capital de la provincia donde las carrozas, los disfraces, don Carnal y las máscaras adquieren la máxima expresión este es, sin duda, el marinero como exponente del mestizaje, la pluralidad y la diversidad de etnias y culturas presentes en la ciudad.

Los graueros viven con gran implicación tanto las fiestas de Sant Pere como las festividades magdaleneras. Cada tercer domingo de Cuaresma sale también desde la tenencia de alcaldía del Grau la romería hacia la blanca ermita, por el tradicional camí de la Pedrera y, al llegar a las inmediaciones de Sant Roc de Canet, la comitiva se une a la que procede de Castelló y, juntas, caminan hacia el Castell Vell.