Sequiol retoma su visión catárquica de la gaiata con un monumento lleno de sorpresas para la imaginería propia castellonera, que rememora la peregrinación hacia una nueva fundación, que Jovi Monroig recrea en una arquitectura con reminiscencias clásicas pero llena de contemporaneidades. Es una recreación de la ilusión de la fiesta, con sus brazos, sus vasos y el gaiato elevado.